El tema de la semana ha sido muy bien tratado en el periódico en dos recientes artículos, con los que estoy totalmente de acuerdo: el de Guillermo López (Emprendedores del currículum) y el de Juan Lagardera (Master and comander). En el primero se introduce el concepto de la selección negativa en la política, que es muy clarificador. Las aptitudes o cualidades para escalar puestos en el partido tienen poco que ver con las que necesita un estadista que ha de gobernar, sea un ayuntamiento, una comunidad o el país entero. En un mundo en el que la imagen es tan importante, la apariencia y la facilidad de palabra no deberían ser, a mi modo de ver, los principales requisitos del perfil de un político: una sólida formación -sin caer en la titulitis- y la experiencia profesional fuera de la política proporcionarían un bagaje muy adecuado, que también les vendría bien si tuvieran que dejar sus responsabilidades públicas. Lo que está claro es que hacen falta políticos preparados que vayan a servir a la sociedad, no a servirse de ella. Hacen mucha falta.