Recientemente se publicó que entre miles de seteros circundando la zona de El Toro unos fueron rescatados. Al acercarnos por aquellos lares, se observa con estupefacción el resultado de la conversión de algunos de esos miles de personas, posiblemente buscadores de tesoros fúngicos, en marranos de monte: latas, bidones de plástico, pañuelos excrementados y otros objetos inimaginables repartidos por infinidad de zonas de tupida vegetación. La Naturaleza, que ofrece tanto por nada, no puede asearse por sí misma de tan execrable basura y como pillar in fraganti a los deplorables conversos es harto complicado, sugiero que la Administración estudie medidas que palíen tales desmanes, como prohibir entrar al monte con objetos no reutilizables so pena de fuerte sanción económica u obligación de recoger 50 kilos de basura repartida por éste.