«¿Se da usted cuenta que es partícipe y responsable de un golpe de Estado perpetrado por los independentistas?». Esta frase la pronunció Pablo Casado el miércoles en sede parlamentaria. Pero, analicémosla: efectivamente, como dice Casado, va entre interrogantes, pero lo que pregunta a Sánchez es si es consciente de un hecho -para el líder de la oposición- contrastado. Porque la pregunta esconde una afirmación rotunda: «€es partícipe y responsable de un golpe de Estado€».

Por lo tanto, Casado sí está acusando de golpista al presidente del Gobierno. De lo que se deducen dos ideas, creo, muy claras. 1) El PP desconoce el significado de la expresión golpe de Estado y, por extensión, del término golpista (lo que resulta chocante, habida cuenta del origen político de muchos de los miembros de esta formación política). 2) La estrategia de la derecha liberal (?) de este país para contrarrestar el crecimiento de Cs y, sobre todo, de Vox, es clara: endurecer el discurso con frases altisonantes, palabras gruesas y todo tipo de improperios.

Y ello se debe a una manifiesta falta de línea argumental para hacer frente al discurso y las medidas del gobierno, pues ni Casado ni el PP tienen un proyecto mínimamente viable para España; a la que siguen viendo, con un sentido patrimonialista de las cosas, como su cortijo en el que -eso creen- pueden y deben hacer y deshacer a su antojo sin dar explicaciones a nadie. En fin, toda esta verborrea tabernaria, esta palabrería sin sentido ni sustancia, que desgraciadamente cala en cierta parte de la población que se la cree a pies juntillas, suena, más bien, a pataleta de niño en el patio del colegio. Haría bien Pablo Casado en moderar su lenguaje y el discurso del PP si en algún momento (esperemos que no) pretende presidir este país. Óscar Campos Caudé. València