Arabia Saudí ha reconocido que el periodista turco Jamal Kashogui murió asesinado en su consulado en Estambul. No es la primera vez que un periodista muere a manos del ejército de un país con ideologías contrarias.

Este hecho me hace preguntarme el valor que tiene una vida para algunos gobernantes. Definitivamente, ninguno. Que una persona que está ejerciendo su trabajo tenga que morir por intereses superiores es lamentable. Y no hablamos solo de morir, porque muchos otros son secuestrados y/o torturados durante meses. Por investigar sobre conflictos bélicos, por narcotráfico, por terrorismo o solo «por estar donde no deben en el momento que no deben».

Qué pena que para ejercer una profesión que nos mantiene informados de lo que pasa en el mundo el precio sea la posibilidad de perder la vida.