No entendí el triunfo de la ultraderecha en Brasil hasta que le pregunté a un amigo brasileño: ¿Cómo habéis podido votar a ese loco? Bolsonaro tiene fama en todo el mundo de ser violento, racista y homófobo y se me hacía muy extraño que en pleno siglo XXI cualquier sociedad pudiera elegir a alguien similar como presidente de su país.

Mi amigo me explicó que es consecuencia de que ya están hartos. Están cansados de que el Partido de los Trabajadores (PT) prometa cosas que después no cumple, están cansados de la crisis en la que Brasil lleva sumido tantos años y, según me explicó «necesitan ya un poco de mano dura». También me contó que lo que más admiraba de este presidente es que es una persona coherente, y lo mismo pasa con Trump, y es que lo coherente es una apuesta asegurada.

En la actualidad política internacional se ha puesto muy de moda la figura de presidente duro, de derechas, de palabras claras y coherentes. «Lo que atrae a la gente a la hora de votar es la coherencia de los candidatos», me razonaba mi amigo brasileño y ahora pienso que tiene mucha razón. La coherencia crea personas de palabra, es la base de la confianza y es lo que muchas veces les falta a algunos políticos españoles. Por esto, creo que en nuestro país muchos políticos tienen que hablar más claro, dejarse de discursos bonitos y ser coherentes con lo que prometen. Carlos Colomer Barcia. València.