De un tiempo a esta parte se está especulando mucho sobre la posible presencia en las listas electorales de VOX de Rita Corbín Barberá, sobrina de la ex alcaldesa de Valencia. He leído declaraciones del Presidente Provincial, José María Llanos, confirmando esa posibilidad y he de decir que, con todo mi respeto personal tanto para ella como para su padre, José María Corbín, también en VOX, creo que su legítima presencia en listas ha de ser muy bien explicada -en caso de producirse finalmente- por el partido, o bien por el candidato electoral que la acoja, con la finalidad de conjurar cualquier peligro de que se asocie su apellido a la corrupción del PP pendiente de enjuiciamiento y que serviría a los enemigos de VOX para cargar contra nuestra organización.

VOX no es el PP, ni puede ser un PP2. VOX, proclama en sus 100 puntos programáticos que se nos presentaron en Vistalegre, su «compromiso de cumplimiento de un código de conducta: obligatoriedad de certificar por escrito el cumplimiento de lo dispuesto en un código de conducta ético por parte de todos los cargos públicos». No puede haber ni la más mínima duda o riesgo de que alguien nos asimile a la corrupción de otros partidos ya caídos en desgracia y que están y van a seguir afrontando la responsabilidad penal por innumerables casos de enriquecimiento o financiación ilegal.

No olvidemos que de los 10 actuales concejales del PP en el Ayuntamiento de Valencia, 9 están imputados y expedientados por el PP por supuesta financiación irregular en el caso Taula y cuyo enjuiciamiento con toda probabilidad coincidirá con las fechas electorales. VOX quiere «impulsar la incorporación en la Administración Pública de aspectos éticos de buen gobierno» y para ello pide la «inhabilitación de personas condenadas por delitos de corrupción para acceder o mantenerse en cualquier cargo público» y para nada sería conveniente crear una situación electoral que pueda ser malinterpretada asociando nuestra organización a hechos, nombres o apellidos de otras organizaciones que han ocupado titulares por lo más vergonzoso y abyecto de la política.