Cuando era jovencito hice un viaje de dos semanas, por Andalucía, con el instituto. Al volver, recuerdo que mi madre me dio el mayor abrazo que yo recordaba: Cuánto me habría echado de menos y qué alegría de volverme a ver! Ahora me ve cada día y, cada día, me da ese mismo abrazo. Está en una residencia, al lado de casa, y cada vez que me ve no recuerda haberme visto el día de antes. A veces, incluso, dudo si sabe quién soy, pero al verme se echa a mis brazos y me hace recordar, cada día, aquel abrazo...