Sufría un hematoma en la cabeza, tenía un brazo fracturado y cinco costillas rotas, pero su agresor, tras ser detenido, quedó en libertad provisional con cargos. Quizá esta decisión de la juez tenga una clara explicación para los defensores de la ideología de género, pues la víctima no era una mujer... sino un bebé «varón» de dos meses de edad. El pequeño, por desgracia, no ha podido superar las graves lesiones que su padre, autor confeso, le ocasionó con palizas reiteradas. Ahora ya no hay ley de género que le ampare y todos y todas esperamos que se haga justicia y pague por el terrible crimen que ha cometido.