Como media catalana que soy suelo viajar con frecuencia allí; la he conocido en todas las etapas a lo largo de mi vida, pero jamás la he visto tan vilmente degradada. Es la comunidad que más dinero recibe de España y se utiliza para adoctrinamiento de los niños desde la más temprana edad, para fomentar parasitarismo social a cambio de votos y vivir como millonarios sus fatuos gobernantes independentistas. En mi opinión, no les importa la situación económica y social de sus conciudadanos que trabajan, cotizan y pagan sus impuestos, que cada día se ven en un callejón sin salida, viendo ponerse en riesgo sus puestos de trabajo y vapuleados por una horda de charlatanes de feria que prometen infinidad de falacias y cuando no las puedan cumplir se dedicarán a culpar a España para perpetuarse en el poder como emperadores absolutos, a costa de lo que sea. ¿Qué tiene hoy Cataluña para considerarse el motor de España, si no le queda ya el tejido empresarial que en los años 60 la hizo ser la yema del huevo y las pocas empresas que le quedan huyen a zonas más estables? El independentismo, en mi opinión, está compuesto de soberbios, egocéntricos, okupas adoctrinados que no saben lo que es tener un empleo y viven como parásitos, charlatanes y asiduos inocentes desorientados. Sólo hay que ir por sus calles y observar las viviendas privadas blindadas con dobles cerrojos de seguridad ante el terror de que okupas y drogadictos accedan a las propiedades que con tanto sacrificio les ha costado pagar. Síntoma que ya se empieza a ver en València teniendo a los que hoy nos gobiernan. ¡Qué tristeza que los medios de comunicación no den a ver la realidad, porque cuando la información es un negocio, la verdad carece de importancia! ¡Dulce Cataluña, quién te ha visto, y quién te ve!