He tenido que ir a mi dentista porque veía en un punto de no retorno la salud de mi boca. Antes lo hablé con ella y concerté la primera cita... ¡Qué trabajo tuvo que hacer la pobre! Y después, la segunda cita: trabajo arduo y, suponía que desagradable por el problema, de cierta gravedad, que representaba. Para mi asombro me dijo que de eso nada. Para ella abordar este tipo de problemas es un reto y una satisfacción porque supone crear salud. Esta es la diferencia entre la vocación y lo que no lo es: ante un problema de salud, el buen médico encuentra una oportunidad para desterrar la enfermedad y crear salud; el malo sólo ve un problema.