Transmita mis felicitaciones más efusivas a la periodista Carla Melchor por haber venido a estar dentro de la sesión fotográfica, eso es verdadera valentía y profesionalidad. La crónica es correcta y eufórica, sin embargo creo que hay que hacer constar algún detalle más critico. Mi pareja y yo nos sentimos engañados con la experiencia. Nos convocó a las 5 y empezamos a las 7. Hacía un frío severo. El email de la convocatoria decía que estaríamos desnudos «unos pocos minutos» y estuvimos más de hora y cuarto, y las mujeres más tiempo. Se nos dividió por sexos como en un colegio franquista. Las «poses» eran arquetípicas del feminismo de moda, ni una sola fue de conciliación y respeto entre los sexos. El traslado desnudos por la calle Roteros fue un capricho del fotógrafo, podríamos haber llevado una bata protectora hasta las torres para protegernos de la temperatura. No se nos ofreció ni unos baratos termos de te caliente. El señor Tunick fue, con nosotros al menos, distante y engreído. Tuvo caprichos estúpidos como pretender quitar la «falla» del convento, ¿en que podía distraernos si aquello era solo un vestuario? Quiso proyectar una imagen de simpatía pero en las distancias cortas fue antipático y poco empático. Si tan solidario quería haber sido con nosotros debiera haber hecho la sesión completamente desnudo y no vestido, así hubiera sentido lo mismo que nosotros en aquella mañana tan helada. Ya veremos si es cierto que nos envía una foto firmada de recuerdo.