Nos encontramos en una época donde, las nuevas tecnologías e Internet, permiten que los más jóvenes puedan vivir de lo que les apasiona a través del ordenador, en concreto, jugando a videojuegos y retransmitiéndolos vía online en plataformas como “Twitch”. Para los que no han nacido en esta era digital es algo difícil de comprender, aunque realmente no lo sea tanto. Hay muchos tipos de jugadores distintos, algunos son muy buenos competitivamente, otros saben entretener a su audiencia y, en algunos casos de éxito, hay jugadores que son buenos y además tienen una forma de ser que a los más jóvenes (y no tan jóvenes) les fascina.

Muchos de estos jugadores llegan a tener miles de personas viéndolos en directo, a veces, incluso más gente que lo que estaría el Santiago Bernabéu en un clásico. El nivel de producción de sus “streamings”, su forma de jugar y el contenido digital que se comparte debido a la interacción entre las propias comunidades virtuales, todo un conjunto de cosas que pueden mantener entretenida a una amplia audiencia durante horas y, a su vez, permite al “streamer” generar grandes cantidades de dinero mediante publicidad, suscripciones y donaciones.