La vida, en ocasiones, se tuerce, te busca las vueltas y acaba en tragedia. En esos complicados momentos en los que la muerte se convierte en un vecino incierto, se agradece ma?s que nunca la empatía y un hombro en el que apoyarse. Y eso es lo que ha sucedido con nuestra madre, Paula. La neumonía y una leucemia aguda se cruzaron en su camino a los 90 años. Y en ese momento, el hospital y el equipo de hospitalización domiciliaria se convirtieron en un sostén y un apoyo imprescindible. Todo fue muy rápido, demasiado, tanto el diagnóstico como el desenlace. Pero en esos complicados instantes pudimos contar con el personal del equipo de hematología del hospital Arnau de Vilanova encabezado por Aurelio, y el de hospitalización a domicilio de Llíria, con Carlos, Marina y muchos más; y ya en las últimas horas con el personal de enfermería y auxiliares de la sexta planta del Arnau. Todos ellos se convirtieron en un soporte fundamental, mostraron una sensibilidad y una comprensión de las circunstancias extraordinarios. Han sido, en definitiva, el mejor hombro en el que apoyarnos en una situación tan dolorosa. Y desde estas líneas queremos reconocer públicamente su profesionalidad, su humanidad y su empatía, porque personalmente ya lo hemos hecho.