Así es. La prensa seria tiene un problema. Esos periodistas cuya honestidad les obliga a decir la verdad, a contar la realidad, a escribir lo que pasa en cualquier ámbito de la sociedad sin añadir ni restar nada por el simple hecho de tener que ser «políticamente correctos» y/o por dejarse llevar por «sugerencias» que de no atenderlas le pueden acarrear «disgustos» de lo más variado. Esos periodistas están ahí, dándolo todo sin importarles que su recorrido profesional, como también personal e incluso familiar, pueda verse perjudicado, afectado e incluso denigrado y apartado por las mismas editoriales, emisoras de radio y/o cadenas de televisión. A esos periodistas el reconocimiento, el respeto y la consideración de la mayoría del pueblo que quiere recibir la verdad y no ser engañado por aquellos «profesionales» vendidos por un plato de lentejas con tal de mantener su estatus y que no les importa engañar a los receptores con su DESinformación.Entre ellos, esos que se venden, los hay muchos «meapilas» que dándose golpes de pecho con una mano están despreciando con la otra los más mínimos y básicos derechos humanos incluso los del niño como ser más vulnerable en esta sociedad agresiva y depredadora.