Según datos oficiales, al 90% de los menores tras un divorcio contencioso se les amputará su padre y familia paterna. Una de las falacias más empleadas para denegar la adopción de la custodia compartida es que provocaría inestabilidad en los niños y que seria perjudicial cuando no existe acuerdo. La investigación prueba justo lo contrario: la estabilidad que precisan los niños es más que estabilidad geográfica, es emocional, el saber que allá donde estén serán amados y cuidados tanto por su padre como por su madre. Es más, son los menores con custodias monoparentales los que matemáticamente más transferencias realizan entre domicilios. La prueba más tangible de la ridiculez de emplear este argumento es que si los fines de semana alternos establecidos a favor del progenitor no custodio en la mayoría de los autos reguladores así como la mitad de fiestas y vacaciones escolares no perjudican a los menores, y se entiende que en esos períodos los progenitores enfrentados no han mejorado espontáneamente su grado de colaboración, ¿por qué va a ser perjudicial para el menor la convivencia con ambos padres durante el curso escolar? Este es uno de los grandes misterios que algún día habrán de desvelar quienes se oponen a la custodia compartida: por alguna causa desconocida parece ser que los hijos sólo necesitan a su papá y a su mamá durante las vacaciones, pero no el resto del año.