Reabrir la antigua Canal 9, ahora bautizada como À punt, era la gran apuesta personal que asumió Ximo Puig como presidente de la Generalitat valenciana. Había que abrirla fuera como fuese, que el PP ya tuvo la suya y ahora les toca a los que vienen. Si otrora fue feudo del PP ahora lo es de Compromís. Se ha cumplido un año desde que À punt reinició sus emisiones y ya está en quiebra técnica con unas pérdidas de 48 millones de euros. El balance económico obligaría a cerrar cualquier empresa y a presentar concurso de acreedores, antigua suspensión de pagos, pero como es un ente público parece que tengamos asumido que lo público tiene que ser deficitario y perder dinero y no tiene porqué ser así. Lo público también debe gestionarse bien. Con un presupuesto de 55 millones de euros y una plantilla de 465 trabajadores, Á punt es la televisión autonómica con menor audiencia. No llega al 1% de cuota de pantalla.

Plantillas sobredimensionadas, ínfimos programas, bajos niveles de audiencia, pérdidas millonarias, enchufismo ....

Las televisiones autonómicas nacieron en los años 80 para promocionar la cultura y la identidad de sus regiones, sobre todo, la lengua. Y esa era la gran diferencia respecto al resto de las televisiones privadas, pero cayeron en el error de querer competir con ellas con los mismos programas bazofia, olvidando el cometido por el que fueron creadas.

Las teles autonómicas, todas sin excepción, se han convertido en máquinas de perder dinero y en voceros de sus respectivos gobiernos. Para eso sirven. Para nada más. Aunque en el caso de À punt ni siquiera para eso.

Las 13 televisiones autonómicas que hay actualmente en España recibieron casi mil millones de euros de sus gobiernos. ¿Para qué queremos los valencianos una televisión que nos cuesta dinero de nuestro bolsillo y que, además, no ve nadie? ¿Qué pasaría si se cerraran todas las televisiones autonómicas y se dedicara ese dinero a otros fines?

Algunas comunidades como Cantabria, Castilla y León, La Rioja o Navarra sobreviven sin televisiones autonómicas y no pasa nada. El mundo no se acaba ahí. Es más, los ciudadanos están encantados de que no se despilfarre su dinero.

Pero en València queremos ser más papistas que el papa y preferimos dilapidar 55 millones de euros, que vamos sobrados, aunque luego nos quejemos de infrafinanciación. La Directora General Empar Marco no contenta con los resultados que ha presentado ha pedido al Consell más asignación presupuestaria hasta 70 millones de euros para según dice, poder hacer programas de más calidad. Es decir, que la bola se va a hacer más gorda y vamos a palmar más pasta. À punt no se sostiene ni por resultados económicos ni por resultados de audiencia. Hoy este mismo periódico en su edición de hoy lunes publicaba que el Consell Rector, que no se sabe muy bien para qué sirve ni qué función tiene, cobra más de 105.000 euros en retribuciones por dietas. La mayor retribución por reuniones supera los 14.000 euros. Tanqueu la paraeta.