No falla. Todas las vacaciones la misma cantinela o, mejor dicho, el mismo chantaje que acaba pagando el ciudadano medio, que ve cómo se arruinan sus planes veraniegos por las reivindicaciones de un colectivo concreto. No quiero decir que no se trate de reivindicaciones legítimas, pero deberían tener en cuenta el lamentable efecto que tiene no sólo en las compañías, sino en el turismo el secuestrar, aunque sea solo por unos días o por unas horas, el transporte aéreo o ferroviario de un país que vive de tan imprescindible sector.