Como instructor de meditación (maestro es un término insoportable para el espiritualismo), me encuentro a menudo rodeado de personas que les gusta sentirse ‘espirituales’ porque les hace sentirse ‘mejores’.

La ‘evasión espiritual’ (Welwood:1984) es una forma de represión emocional basada en la sobreponderación de lo positivo y el ‘desapego’ de lo negativo. Viene acompañada de fobia a la ira, falta de autonomía emocional, compasión ciega, rechazo de la negatividad en uno mismo y falsas ilusiones de estar en un nivel superior. En general, son personas cuyo aspecto cognitivo ‘domina’ sobre lo emocional y lo moral, pero creen que, en ellos, lo espiritual ‘domina’ lo personal.

Este ‘espiritualismo’, es la consecuencia natural de la mentalidad materialista y consumista dominante que genera insatisfacción existencial. Para no confrontarnos a los aspectos negativos de la vida convertimos el ser o parecer positivos en la seña de lo espiritual. Esta exagerada amabilidad, sin embargo, nos aleja de la profundidad y autenticidad emocional. Este uso de la espiritualidad como una especie de ‘valium metafísico’ calma los aspectos incómodos, desagradables y dolorosos de la vida.

Mucha gente que se acerca a la meditación vive acosada por exigencias ‘espirituales’: ‘No debería sentir ira’, ‘Debería ser más cariñosa’, ‘Debería admitir a todo el mundo como es’, etc. Son personas que quieren ser positivas y no ser críticas con los demás, quieren que su única respuesta sea la aceptación y la compasión como forma de conseguir inmunidad al sufrimiento.

Utilizar creencias espirituales para evitar confrontar nuestro dolor y sufrimiento, cosa que todos los que estamos en este mundillo hemos hecho, colapsa el desarrollo psicológico. Cuanto mayor es el sufrimiento y las cuestiones psicológicas no resueltas mayor es la probabilidad de autoinflación compensatoria (por supuesto, revestida de humildad). Dado que la psicoterapia se considera inferior a la práctica espiritual, consideran que sus problemas vienen de que no están haciendo la práctica espiritual adecuada, el guía espiritual no es el que ellos necesitan o deben dedicar más tiempo a su práctica, aunque eso suponga abandonar otros ámbitos de responsabilidad de sus vidas.

El desarrollo espiritual se produce por la confrontación e integración de los aspectos dolorosos, escondidos, disfrazados, negados o no deseados de nosotros mismos.

En este ‘revival’ espiritual conviene discriminar las creencias y prácticas que funcionan como ‘tranquilizantes’ en lugar de ayudarnos a madurar psicológicamente y despertar espiritualmente. Las prácticas meditativas que buscan efectos calmantes y relajantes nos mantienen lejos de la insatisfacción existencial al precio de atontarnos, entumecernos emocionalmente y creernos superiores cognitivamente.