En estas fechas, la tradición católica celebra el nacimiento del Mesías. Si bien es un alegato a la pobreza y a la humildad necesaria, no deja de enfatizar el concepto de niño perfecto y bello que viste a este distinguido personaje. También ocurre en otras culturas, como por ejemplo en el nacimiento de Sidarta Gautama. Por no decir en los tiempos actuales, la cantidad de superhéroes y ahora también de superheroínas que emergen desde el mundo del entretenimiento con estas características. En nuestra cultura, este rasgo inherente en estas historias nos ha sido inculcado o está siéndolo desde el inicio de nuestro aprendizaje. En algunas ocasiones germina y da raíces en silencio y en otras ha pasado de soslayo como estrella fugaz, pero, permitidme que os lo remarque, existe en nuestro ADN social.

Ligados a estos personajes tan perfectos en su concepción se encuentran en el relato, sus madres y sus padres. Suelen ser abnegados en el recibimiento del nuevo individuo y conscientes de su eterna responsabilidad de criar e intentar guiar a ese niño inmaculado y porqué no decirlo, también son conscientes de los poderes o habilidades que estos nuevos niños van a desarrollar en su historia, superando a los demás individuos y que les van a condicionar incluso un sufrimiento como mentores y cuidadores. En resumen, la cultura tradicional nos imprime este binomio característico de niño perfecto y padres abnegados en su crianza, a los que parte de la sociedad tienen idealizados.

Es cuando tienes el privilegio de trabajar como médico atendiendo a niños cuando tu conciencia y razón desempolva estos conceptos y se plantea desmontar estas dos piezas al descubrir unas historias bellas a la vez que crueles, llenas de grandeza y de asombro, historias que hielan la sangre en algunos momentos pero que también encienden la llama que puede calentar a los corazones, o incluso historias cuya majestuosidad se define en discurrir como si no hubiese ninguna complicación en lo sucedido.

Me refiero a todos los niños y niñas que nacen con un problema importante de salud que les va a impedir desde el inicio de su llegada al mundo ser como un individuo al uso y a esos padres y madres que pasan del sentimiento de culpabilidad al fomento en su coraje para criarlos día a día. Amplío también este reconocimiento a esos padres y madres en los que de un tajo en seco reciben la noticia de que la vida de su hijo se va a truncar por una enfermedad. Armados de valor y cariño celebran con ese niño o niña, su cumpleaños adelantado o la última Navidad. Ellos y ellas nos enseñan cómo ser zahoríes y encontrar el agua del cariño cuando hay sed. Están al pie del cañón, sufren pero a la vez reciben cariño y lo que es más importante, son faros de luz de sabiduría y enseñanza para que nuestra sociedad no vare en el mar de los problemas superfluos y de la injusta infelicidad. Todos podemos ser ellos y ellos pueden ser nosotros.

En definitiva, todos los ejemplos que se puedan imaginar desde el inicio hasta el final de este escrito caben en nuestras historias, tanto los personajes famosos al uso como los conocemos como estos superhéroes tan preciados para la sociedad. Pero mi deseo va dirigido a estos últimos y consiste en solicitar que les escucháramos y que los cuidáramos y mimáramos por la necesidad que tienen de nosotros y nosotros de ellos. Por eso, para ellos hoy, nuestros grandes superhéroes, el más merecido abrazo y homenaje en estos días tan señalados.