La extraordinaria película El tercer hombre, basada en la novela de Grahan Greene, cumple 70 años, verla nuevamente en ese blanco y negro lleno de contrastes y sombras, es más que maravilloso. Es el tema en esa ciudad de Viena bombardeada y dividida en las cuatro zonas -americana, francesa, inglesa y rusa- al igual que lo fue Berlín, que sirve, recreada en su decorado, a una película que al igual que Casablanca y Lo que el viento se llevó se ha convertido hace muchos años en mítica. Con su director Carol Reed, la música de la cítara de Anton Karas, con los magníficos actores ya en la eternidad, Orson Wells, Alida Valli, Joseph Cotten, Trevor Howard... la hacen también eterna la película. Solo vive el actor niño Herbert Haslbik (1945), que con cuatro años hace el papel de acusador de la muerte de su padre, y que está actualmente en silla de ruedas, por caer al bañarse en el río y golpearse en una roca, y el Ayuntamiento de Viena le concedió un estanco para poder vivir. Hay guías que te llevan por los lugares que transcurren en el film. En mi opinión cuando se vuelve a ver esta película es como estar acompañando a los actores en Viena. Ciudad que he visitado, y aunque reconstruida es esplendorosa, y me ha gustado en el Prater (parque de atracciones) subir a la noria donde Orson Wells y Joseph Cotten hacen sus reflexiones , y por qué no, he tarareado los compases de la melodía de El Tercer hombre de Anton Karas.