Hay optimistas impenitentes - por decirlo en términos suaves - a quienes ni la lógica ni los hechos les hacen bajar de su mundo idílico lleno de quimeras aéreas; y que no necesitan a su abuela para el autobombo, si acaso a su " abuelo" para que los saque de algún embrollo al que tan aficionados son.

Hace unas semanas, el inefable concejal Grezzi, reconvertido en una legislatura de activista social en gestor o cogestor de alguno de los proyectos municipales más emblemáticos, respondía a una pregunta sobre el estado de los cuatro millones de euros desaparecidos de la EMT, que se solventarían lo mismo que los carriles bici, bien.

Afirmar que la experiencia de los carriles bici durante estos cinco años ha ido bien es aceptable si se refiere a su construcción, ya que al ser infraestructuras simples, que a veces solo exigen su pintura, no ofrecen mayor dificultad. Otra cosa es si se refiere a su regulación, a su funcionamiento y organización como red de movilidad que ha sido francamente deficiente y en ocasiones caótica, sin regulación a lo largo de toda la legislatura por ausencia de la correspondiente ordenanza, lo que ha supuesto en la práctica una invitación a invadir y acosar la red peatonal de las zonas más densamente pobladas como Colón / Antic Regne.

Casi cinco años sin Ordenanza de Movilidad invadiendo ciclistas y " patinetistas" las aceras y espacios peatonales, ya de por sí intensamente ocupadas por otras actividades como terrazas, grandes contenedores, pequeñas plataformas de transporte de mercancías, aparcamiento de motos... convertidas, pues, en un verdadero cajón de sastre, con el absentismo de la Concejalía de Movilidad, sin que pueda ordenar y evaluar su funcionamiento. La varita mágica es " que se autorregulen las partes", que no es otra cosa que facilitar, permitir, que los más fuerte, las máquinas, avasallen al débil, el peatón.

Esa ausencia de regulación y control se ha notado en el funcionamiento de los propios carriles exclusivos para sus usuarios, en los que el exceso de velocidad y la inobservancia de los semáforos están a la orden del día. El balance de estas infracciones por parte de la Concejalía se ha reducido a la localización reciente de doce o catorce " patinetistas" sin casco: el parto de los montes.

He leído en Levante-EMV del 26 de diciembre pasado una reseña sobre el encuentro entre la DGT y la concejalía de sostenibilidad. La DGT, que aun no ha regulado el nuevo reglamento general de circulación, recoge en el provisional algunas ideas centrales básicas : prohibe que los vehículos de movilidad personal ( VMP) se desplacen por aceras y zonas peatonales. Por el contrario, la concejalía de sostenibilidad " más creativa" argumenta que han surgido- sería más preciso decir que ella ha creado - diversos modelos de viarios que se recogen en la nueva ordenanza de la ciudad : calles peatonales, residenciales, zona 30, calles compatibles o zonas de coexistencia, calles de segregación de espacios y áreas de prioridad residencial. El elemento esencial de varios de ellos es que las bicicletas y patinetes, además de su carril exclusivo, puedan usar otros viarios, mientras los peatones ni cuentan con viario exclusivo ni pueden usar otros. Como botón de muestra podemos fijarnos en las calles peatonales, que además de peatones acogen plataformas de transporte de mercancías, aparcamiento de motos, terrazas, y claro, las omnipresentes bicicletas y patinetes siempre que circulen a un metro de distancia de los viandantes y no se dificulte el paso de otros. La pregunta es, dada la impenetrabilidad de la materia y los cinco años de invitación al caos, ¿ quién gobierna esta acumulación de singularidades? Pues la autorregulación de las partes y la huida de los peatones.

La contestación sobre el dinero de la EMT es similar a la contestación sobre el funcionamiento de los carriles bici. Tras la fanfarronada de primera hora, lo que se discute ahora es si el coste del asesoramiento jurídico será superior al dinero recuperado, si es que se recupera algo.

Una última observación : el estado del pavimento de la Gran Vía Marqués del Turia, tras veinte años de abandono por la anterior administración municipal y cinco por la actual, se encuentra en un estado deplorable: el pavimento se sustituye sin otros criterios que los deseos de los que realizan la reforma; es un mosaico variopinto incluyendo zonas cubiertas de cemento con pequeños badenes, con entradas metálicas peligrosas a algunos garajes, con pequeños socavones por la no sustitución de los adoquines estropeados.

Busquen un hueco y un poco de dinero para que esta abandonada Gran Vía vuelva a ser un elemento básico de esa red de movilidad peatonal, la más numerosa, la más vulnerable y la más sostenible.