El Domingo 8M hemos asistido a tan legítimas como multitudinarias manifestaciones convocadas principalmente por y para mujeres. Si bien ello no es óbice para que los hombres que creemos en el respeto mutuo, en la consideración al otro y en la igualdad en derechos, libertades, oportunidades y obligaciones, apoyemos a las mujeres en tales reivindicaciones.

Pero, si bien ello es, como dicho, absolutamente legítimo, no es de recibo que se escuchen voces que criminalicen al hombre pues, como reza el dicho, "en todas casas cuecen habas y en la mía calderadas".

La mujer debe ser ella por sí misma, por el simple hecho de serlo, sin tener como objetivo ser igual al hombre; pues hay diferencias evidentes entre ambos. La mujer debe exigir ser respetada en todos y cualesquiera de los órdenes de la vida; exigir la igualdad en derechos, libertades y obligaciones. Tener, como ser humano, las mismas oportunidades que el hombre, pues en ello no hay diferencia alguna, en todos los campos y disciplinas tanto educativas como laborales, sociales, jurídicas y económicas, así como en cuantas les sean inherentes a ambos. Y el hombre estamos obligados a respetar a la mujer en cuanto que ser humano, como así mismo a niños y mayores, sus derechos son idénticos a los nuestros. El machismo es cosa del pasado, tan arcaico que huele a podrido. En cuyo sentido a veces muchos de nosotros, hombres, debemos hacer examen de conciencia por las posibles reminiscencias que pudieren quedar en nuestro subconsciente por la época vivida.

La mujer es más que suficiente por ella misma.

Por ello ¡Mujer se tú!