Los museos deberían volver a sus funciones esenciales: investigación, conservación, y divulgación. Aspectos bastante olvidados por la vorágine del mundo neoliberal globalizado. Reactualizando éstas desde un doble paradigma: el de la Nueva Museología y el de la Museología Crítica. Esto significa apostar por museos, que trabajen por y para un territorio, que construyan conciencia crítica para entender el presente y elaborar el futuro, y que respondan a las necesidades de sus comunidades locales. En conclusión, elaborar «productos culturales» donde antepongamos: la calidad a la cantidad, la función social al espectáculo, la sostenibilidad al despilfarro, el reciclado al usar y olvidar y, que trabajen más en línea y en soporte digital, para llegar a su público usuario. En este nuevo tiempo, las redes sociales independientes, los sistemas de documentación en línea, la unión de los museos en redes colaborativas, la elaboración de protocolos de actuación en todos los ámbitos, y la elaboración de productos digitales para múltiples «ventanas», van a ganar fuerza y presencia.