Como decía Alisa del Re, politóloga y feminista italiana: "el desconcierto frente a los repentinos cambios en el modo de percibir el cuerpo, sus potencias, su valoración cuando se entra en una franja de "grupo de riesgo" que tanto se parece a veces a descartable o peligrosa. Y expresa su miedo, no de morir por el virus sino de sobrevivir y que nada en el sistema de producción, de trabajo, de reproducción de la vida haya cambiado".

Este ser grupo de riesgo por la edad, en el caso de Alisa, para muchas mujeres hay que añadir el riesgo de ser sanitaria de Atención Primaria o de un hospital, el riesgo de ser cuidadora de personas ancianas con enfermedades crónicas, tanto cuidadora remunerada como cuidadora familiar, el riesgo de ser cajera o limpiadora, el riesgo de ser mujer pobre y con hijos a cargo, el riesgo de ser mujer violentada. Y muchos de estos riesgos juntos en una sola persona: una mujer, una ciudadana como tú y como yo.

Y este es el punto de vista del género para valorar la pandemia de COVID19. Tener en cuenta las características demográficas y sociales de las mujeres, lo que llamamos los determinantes de salud y enfermedad. En este caso, ya debería saber que son las mujeres las que se han afectado de COVID19, en mayor medida que los hombres. Aunque las cifras que nos explican cada día no se desagregan por sexo. Ya que la mayoría de las profesiones sanitarias están feminizadas, enfermería, trabajo social, auxiliar de clínica, medicina, analista. También educadoras y cuidadoras son en su mayoría mujeres.

No solo las mujeres son mayoría en los equipos hospitalarios y de atención primaria, sino que en todos los oficios que tienen que ver con la reproducción social, que garantizan el desarrollo de nuestra vida cotidiana, de las cajeras del supermercado a las cooperativas de limpieza, pasando por todos los niveles de la escuela. ¿Todas heroínas o explotadas para unas ganancias que terminan en otro lugar? No somos heroínas, somos trabajadoras asalariadas (algunas con jefaturas) o cuidadoras no remuneradas.

Me pregunto, como se puede estar en la casa, mientras dura el confinamiento conviviendo con el propio maltratador. Recuerdo que según los datos de ONU en España hay un 25% de mujeres violentadas en su propia casa. Aunque se hayan puesto en marcha más recursos para mujeres violentadas, en esta época de pandemia, como el programa "mascarilla19", no son suficientes. No es suficiente con declarar los servicios de apoyo y protección a la víctima como servicios esenciales, para que sigan funcionando al mismo nivel durante la crisis. Seguimos queriendo que sea el maltratador quien salga de la casa y no la víctima.

El impacto más profundo de la crisis se produce en aquellas mujeres y niñas que se enfrentan a múltiples formas de discriminación por motivos de sexo, agravados con otros factores como la raza o el origen étnico, la religión o las creencias, la discapacidad, la edad, la orientación sexual, la clase social y/o la situación migratoria.

No olvidamos a las mujeres explotadas por la industria del sexo. Han de recibir del Gobierno, en este momento, ayuda económica y soporte continuado para conseguir la reinserción social.

El Instituto de la mujer, (1) especifica las características que hacen que la epidemia sea diferente en hombres y mujeres:

- Sobrecarga de trabajo sanitario y de servicios esenciales

- Centralidad de las tareas de cuidados. En las mujeres recae el peso del trabajo doméstico, cuidado de personas dependientes, remunerado y no remunerado, asumiendo mayor carga mental. Muchas mujeres se ven abocadas a no trabajar por atender el cuidado y estar los centros escolares cerrados.

- Ralentización de la economía e incremento del desempleo. Las mujeres sufren mayor precariedad y pobreza laboral.

- Aumento del riesgo de violencia de género

Tras el protagonismo de las mujeres en todos los aspectos de la enfermedad aguda COVID 19, las mujeres sanitarias somos conscientes de la complejidad de la solución para la atención a la cronicidad en la época post COVID19, por ello necesitamos:

- Garantizar la presencia de mujeres en la toma de decisiones

- Que las escuelas funcionen de acuerdo a las necesidades de las mujeres y hombres trabajadores. Corresponsabilidad plena de ambos sexos en las tareas del hogar y de cuidados. Se puede ir al trabajo y no se puede ir a la escuela ¿? necesitamos guarderías en el lugar de trabajo además de la escolarización obligada antes de los 3 años. Y recursos humanos y materiales para que las escuelas puedan abrir en horario laboral, con las medidas preventivas necesarias, y asumir la docencia "on line" tanto docentes como el alumnado.-

- Realizar ya, de una vez por todas, la conciliación de la vida familiar y laboral. Todos y todas tenemos derecho a un trabajo digno y compatible con las tareas de cuidados a los hijos e hijas y a los ancianos enfermos.

- Desarrollar las medidas de corresponsabilidad. Aumentar las horas de trabajo en los cuidados del hogar de los hombres y reducir las horas de trabajo de las mujeres en las tareas del hogar. Crear permios en el ámbito municipal y nacional, para los hombres que mejor realicen el compartir las tareas de casa y para las mujeres que mejor hayan educado a los hombres en las tareas de cuidados del hogar.

- Aumentar el tiempo de cuidado a las personas mayores y a las personas mayores con enfermedades agudas o crónicas. Sobre todo en las residencias de la tercera edad, aumentando recursos humanos. Promocionar el intercambio intergeneracional en las escuelas y municipios. La historia de nuestro país, municipio, comarca, se ejemplifica en las personas ancianas, sus relatos son necesarios para conocer hacia dónde vamos.

- Organizar los cuidados a la cronicidad desde la comunidad, contando con la participación y gestión de las mismas desde los Centros de salud, educación, Servicios sociales, ONG y organizaciones de mujeres y feministas locales.

- Crear en los centros de salud un espacio para la cronicidad, al igual que hay un espacio de salud sexual o de pediatría. Espacio para la cronicidad liderado por los pacientes activos para mejorar su salud y formados para realizar cursos de Paciente Activo. Liderazgo compartido con las personas cuidadoras formadas, con la colaboración del personal de enfermería, trabajo social y médico del centro de salud.

- Dotar a los centros de salud de recursos humanos y económicos suficientes para asumir la atención de la salud, la prevención de la enfermedad y la promoción de la salud, en las residencias de personas ancianas, en los centros de día para las personas con discapacidad, en las residencias de personas con problemas de Salud mental, de Daño cerebral, €Establecer la comisión de salud comunitaria en cada zona de salud. Coordinarse desde los centros de salud con los recursos de atención socio-sanitaria municipales.

- Dotar de medios electrónicos (Tablet, apps,€) a las personas pacientes y cuidadoras formadas. Realizar entrega de Diplomas de los cursos "Paciente Activo" y Formando a las personas cuidadoras". Premiar anualmente al paciente y a la cuidadora que mejor respondan a la formación.

- Garantizar la prevención de riesgos laborales con perspectiva de género.

- Preparar viviendas digna, a las ancianas y ancianos, donde vivir la cuarentena decentemente, para resistir la actual curva epidémica y las futuras COVID19. Con acceso a servicios de comidas en el domicilio.

- Contemplar la abolición de la prostitución en la FASE 2 de la salida de la Pandemia (3) (4).

- Garantizar refugio para las niñas, mujeres y niños, víctimas de la violencia masculina, para mujeres sin hogar y mujeres que solicitan asilo.

- Facilitar el teletrabajo con redes virtuales operativas, eficientes y sin riesgos para la salud.

Como dice el Lobby Europeo de mujeres en Abril del 2020: Las mujeres no deben pagar el precio de la COVID19. Para ello hay que poner la igualdad entre hombres y mujeres en el corazón de la respuesta a COVID19.

La realidad se impone, y hemos de lograr este cambio. Realizar proyectos estructurales que sabemos pueden conseguir una sociedad mejor que la que teníamos antes de la pandemia.