No me gusta hablar de conciliar, porque eso sería engranar dos cosas que están al mismo nivel. Prefiero hablar de jerarquizar, de poner una cosa detrás de otra en función de su relevancia, porque lo laboral no se puede equiparar a lo personal. Y escribe una persona que ama su trabajo.

Cuando pienso en este tema se prende la mecha y empieza un bombardeo de pensamientos. Mi cabeza es una especie de mascletà.

Que si la conciliación es la mayor mentira del siglo XXl.

Que si hemos salido perdiendo las mujeres porque ahora cargamos con más peso dentro y fuera de casa.

Que si sólo es posible si tienes pasta.

Que si las empresas no apoyan la crianza y acaban apartando a las mujeres que abogan por la familia.

Que si los padres se implicaran más nosotras podríamos no frenar tanto nuestra carrera laboral.

En fin, mil cosas con las que estoy de acuerdo al 100% y por lo que sé muchos también. Sea como sea, lo que me ronda la cabeza va por otro lado.

Me preocupa que se equipare la familia al trabajo, porque en mi opinión personal no están en absoluto al mismo nivel. Me preocupa que una mujer o un hombre depositen (únicamente) su autorrealización en una empresa. Me preocupa que estemos luchando sólo para que la mujer concilie y que muchos padres ni se planteen pasar una tarde con sus hijos. Me preocupa que los que ralentizan o abandonan su carrera laboral por dedicarse a su familia se sientan infravalorados, o peor, sean ellos mismos los que lo hagan.

Entiendo que todo implica una renuncia, que no puedo trabajar 20 horas al día y pretender estar presente en casa. Entiendo y defiendo fervorosamente que el trabajo nos hace crecer y como dicen, nos dignifica. Pero nuestra cuna es la familia señoras y señores. Ahí aprendemos lo más importante, y con ese aprendizaje nos relacionamos en la empresa, en el bar con los colegas, en nuestro hogar y con nosotros mismos.

Adoro mi trabajo y no quiero renunciar a él. Espero que el sistema algún día me apoye más y mejor. Mientras, intentaré ser fiel a mi jerarquía de valores priorizando la familia, que es a su vez lo que humaniza el trabajo.

No conciliemos, mejor jerarquicemos bien.