Daniel es un joven emigrado que decidió regresar a España hace 8 meses en busca de oportunidades. Sin embargo, estas no parecen estar disponibles para este biotecnólogo de 27 años. En 2010, Daniel consigue un 13.7 sobre 14 en selectividad que le lleva a acceder sin problemas a la carrera que quiere estudiar: Biotecnología. En 2014 termina la carrera con la mejor nota de su promoción y un segundo premio nacional fin de carrera otorgado por el Ministerio de Educación. Además, durante sus estudios consigue dos experiencias de prácticas remuneradas en el extranjero y dos estancias en el extranjero durante el último curso. Durante sus prácticas en el extranjero descubre que en muchos países no es necesario un máster para acceder a estudios de doctorado, donde la selección se basa en méritos académicos, experiencia y motivación. Así pues, consigue una de las becas más competitivas del mundo (solo 5 se conceden anualmente a nivel internacional) para cursar sus estudios de doctorado en un prestigioso centro de investigación de microbiología y biología de plantas. Daniel se muda a Reino Unido, donde pasará los siguientes 5 años de su vida. Durante su doctorado, Daniel crece, en lo personal y sobre todo en lo intelectual y profesional. Se convierte en una persona diferente, independiente y crítica con su trabajo. La manera de afrontar un doctorado es diferente en España y en otros países. Para Daniel, estos años son de trabajo independiente, basados en la reinvención y el aprendizaje constante. Al final de los 4 años, habrá tenido no más de una decena de reuniones con su directora de tesis, que suele estar ausente. Sin embargo, a Daniel se le da el espacio de tomar sus propias decisiones y encuentra que no tiene limites de presupuesto para realizar su trabajo, puede plantearse las preguntas que quiera e intentar resolverlas, eso sí, por su cuenta. Daniel supervisa a 3 científicos durante este tiempo, optimiza técnicas, presenta su trabajo en varios congresos internacionales, participa en un par de programas para colaborar con científicos africanos, lo que le lleva a Ruanda y Tanzania. Consigue financiación europea para realizar una estancia en una universidad española, donde pasa 3 meses y consigue una publicación en una revista científica de alto nivel gracias a esta colaboración.

En Reino Unido se valora muy positivamente la formación obtenida durante un doctorado. Hay muchos doctores trabajando en empresas y en diversos sectores, y la investigación en el sector público es simplemente una opción más. Al terminar su doctorado, Daniel manda su curriculum a una multinacional, es el único trabajo para el que se postula y lo consigue. En Reino Unido, como en otros países de Europa, existe la posición del investigador en empresa. En poco tiempo, se convierte en una pieza clave de su equipo, se siente valorado y estimulado intelectualmente. Tiene que poner apunto proyectos, desarrollar nuevas técnicas, supervisar a técnicos y establecer colaboraciones con empresas internacionales. Tras un año, para sorpresa de todos, la multinacional decide mover la base del trabajo investigativo a otra ciudad del Reino Unido. A Daniel le ofrecen un puesto superior al que tiene, con un sueldo anual neto de 45000 libras. En este momento, y con un bebé en camino, Daniel se plantea que quizás sea el momento de intentar volver a España, algo a lo que lleva un tiempo dándole vueltas. Tiene la esperanza de que la situación en su país natal esté mejor que cuando se fue en 2014.

Con 27 años, es doctor y cuenta con 5 años de experiencia laboral en el campo de la mejora vegetal. Es consciente de que nunca va a poder acceder a un sueldo como el que rechaza en Reino Unido, pero elige volver porque quiere que su hijo crezca en España, cerca de sus abuelos y tíos. No tiene muchas esperanzas de poder trabajar en la investigación, la situación en España es precaria, endogámica y principalmente se basa en contratos post-doctorales de 2 años. Pese a ello, manda algún e-mail a investigadores principales con los que ha tenido relación en el pasado para que le informen de alguna oportunidad de continuar su carrera investigativa. Ni siquiera obtiene respuesta. Compañeros y conocidos le dicen que claro, acaba de terminar el doctorado, y en el sistema español, ahora es el momento de irse al extranjero un par de años (por supuesto financiados por las arcas de esos países que sí invierten en ciencia e investigación). Durante este par de años, los recién doctorados tienen una experiencia internacional, amplían su lista de publicaciones y pueden volver a España (generalmente al mismo grupo donde realizaron su doctorado). Lo que no entienden es que Daniel ya lleva más de 5 años de carrera investigativa en el extranjero, ya ha tenido esa experiencia y lo que él quiere ahora es volver, no irse de nuevo. Pero Daniel no tiene un lugar al que volver, pues nunca ha trabajado en España y la competencia es desmesurada, ya que la inversión en I+D+i es tan baja (casi la mitad que en otros países europeos) que generalmente nunca se ofertan posiciones para personal externo en ninguna universidad ni centro de investigación público.

Con vistas a que la investigación no es una posibilidad, Daniel comienza a mandar su curriculum para trabajos por toda la península que se adecuan a su perfil. Hay trabajos en otros países que directamente en España no existen, es prácticamente imposible encontrar un trabajo de I+D en una empresa, a diferencia de la mayoría de los países europeos, donde la apuesta de las empresas por la I+D es el doble que en España. Sin embargo, su perfil encaja muy bien con el de mejorador en una empresa de semillas, que abundan en el sureste del país. Desafortunadamente, sin un máster en mejora vegetal por una universidad española, ni siquiera pasa los filtros de recursos humanos, pese a sus 8 años de formación académica. Durante 8 meses, se postula para 76 trabajos relacionados con su experiencia (51 de ellos a través de LinkedIn e Infojobs). En concreto, se postula para varios trabajos de mejorador vegetal, otros tantos de asistente de mejorador, dos de investigador en empresa, y otros muchos de biotecnólogo, responsable de I+D, patólogo vegetal, encargado de proyectos de laboratorio y un largo etc. De la mayor parte de ellos ni siquiera obtiene una respuesta. Le llaman de cinco. Todos están muy sorprendidos por su formación. Sin embargo, no valoran su doctorado como experiencia laboral. Para los puestos de mejorador le dicen que no tiene experiencia y por lo tanto no pueden ofrecerle un trabajo. Además, lo acompañan de comentarios tipo "con tu perfil, deberías trabajar en Holanda o Estados Unidos" o "con tu perfil, deberías volver a la investigación". Abrumado, decide abordar su falta de experiencia como mejorador. Se matricula en un curso online de mejora vegetal (la mayoría de los conocimientos ya los tiene, pero en este país se valoran los títulos) y comienza a solicitar puestos más bajos de asistente de mejorador. La respuesta en este caso: "estás muy cualificado para este puesto", "te vas a aburrir y nos vas a dejar tirados". Acostumbrado a la extremada educación británica, donde hay cosas que simplemente no se puede decir en una entrevista laboral, se sorprende al escuchar ciertas cosas una y otra vez en las entrevistas. Le preguntan incesantemente cuantos años tiene, cuál es su situación familiar, dónde esta su máster.

Al final, consigue un trabajo poco cualificado y poco remunerado, con poco que ver con su formación. Consigue un contrato temporal de 6 meses. Para ir tirando, como muchos jóvenes de este país, que se ven afectados por la segunda crisis económica de sus vidas laborales. Qué opciones le quedan a Daniel en un país donde no se invierte en investigación ni en el retorno de talento emigrado. En un país donde las empresas no valoran la formación y las habilidades adquiridas en el extranjero. Donde todavía manda el "te falta experiencia para este puesto, pero nosotros no te la vamos a dar". Al final parece que la única opción que le queda es hacer las maletas y volverse a marchar.