Tenemos un Gobierno central con las manos manchadas de sangre, que ha permitido a los catalanes ir a Nápoles y a cinco mil milaneses venir a València. Sin controles en los aeropuertos y estaciones. Está visto que le importa más bien poco la ciudadanía a pesar de que somos nosotros los que, con nuestros impuestos, les permitimos disfrutar de grandes manjares y de vistosos trajes. Lo agradecen olvidándose de nosotros. Aquí en mi pueblo, Alberic, sí tenemos protección gracias al ayuntamiento y su alcalde, Toño, que se preocupa de los vecinos ofreciéndoles toda clase de ayuda. Nuestras trabajadoras de los Servicios Sociales están siempre atentas y pendientes por si nos falta de algo en nuestros hogares. Mil gracias por vuestra labor, pues sé que arriesgáis la vida por nosotros. Mil gracias. Gracias también a las farmacias, a las empleadas de los supermercados, las tiendas y otros servicios. También a la Policía, la Guardia Civil, los transportistas y mensajeros. Nunca daremos todas las gracias que merecen a las enfermeras, los médicos, los camilleros y los responsables de las ambulancias. Habéis luchado ejemplarmente por nosotros. Vosotros sí sois nuestro Gobierno. La sociedad ha dado un ejemplo y su responsabilidad (con algunas excepciones, que son simplemente eso, excepciones) ha sido magnífica.