78 héroes anónimos moteaban la grada local de Preferencia Alta, la tarde insufrible en la que el CD Castellón perdió por un gol a dos ante la UD Salamanca, que escapa de la zona de descenso, de momento, inmersa en la pelea agónica que se tragó a la escuadra albinegra, matemáticamente en Segunda B desde la pasada semana.

Hubo partido en Castalia, sí, pero sonó como un zumbido de fondo, a veces molesto, a ratos rozando lo irritante. El ritmo fue pesado, agravado por el calor infrahumano, y unos y otros bordearon el área ajena con relativa facilidad. Las defensas, en relajo hipotenso, concedieron vías clamorosas al gol, y sólo la falta de puntería sostuvo el empate a cero hasta el descanso. Porque, pronto, Linares pinchó un balón a la espalda de los centrales albinegros, aguantó la carga de Zamora y, solo ante Lledó, cruzó en exceso, medio mordido el disparo, parecido al más claro acercamiento charro del primer acto, cuando Perico controló escorado en el flanco izquierdo, casi en área pequeña, y obligó a Lledó a responder con felina plasticidad.

No menos ocasiones, y no menos claras, tuvo el Castellón en la portería contraria. Un taconazo de Ulloa plantó con poderío a Rafita frente a Biel, y el derechazo firme lamió el palo. Al poco, otra vez Ulloa conectó con Rafita, ahora en el área, y de nuevo sin premio en el remate. En resumen, la batalla era floja y mandaba el cuadro local con relativa facilidad, en torno al trabajo de Mantecón en el eje, y el revolotear avispado del trío de mediapuntas.

Inmersos en el carrusel de oposiciones para el curso venidero, Garitano otorgó la titularidad a tres canteranos. Toño, que ocupó el lateral izquierdo, arrancó titubeante, pero fue creciendo en seguridad y descaro con el paso de los minutos. En el 31, firmó la jugada clave para su particular partido, cuando tiró un autopase lúcido en línea de fondo, sumando la confianza necesaria para encarar el resto de la tarde con éxito.

En la medular, Aarón Torlá encadenó su segunda presencia consecutiva en el once. Aarón fue Aarón, cuidó la pelota e hizo cuidarla a los demás, concentrado en no equivocarse, sin errores hasta el segundo tiempo, cuando sumó dos pérdidas tan peligrosas como evitables. Por delante, en un caso similar, con la prioridad de no pifiarla por delante del atrevimiento, Jordi Marenyà anduvo más activo que nunca, amagando con dar la puntada definitiva, y asociándose con todos con naturalidad. Completando la función, desde el banquillo saltó Manolo Bleda, y en apenas diez minutos agitó el ataque de su equipo, provocando el penalti que transformó, a la segunda, Leonardo Ulloa.

Pero antes del gol del Castellón, el Salamanca festejó dos veces. Todos los tantos llegaron tras el descanso. Con el partido aún por decantarse, Salva Sevilla enroscó una falta a la madera, a modo de advertencia porque, justo a la hora de juego, y tras no alcanzar el gol Ulloa en una jugada colectiva en la que participaron Marenyà, Palanca y Pedro, fue Álvaro Jurado quien cazó a bote pronto un rechace de la zaga, para batir a Lledó de potente y lejano disparo.

Se retorció el Castellón para encimar, en la réplica, y hubo un gol anulado a Zamora por falta previa. En una contra, justo tras la calurosa ovación que celebró el regreso de Tabares, Kike embocó en el segundo palo un centrochut de Salva Sevilla, por lo que el decimocuarto gol de Ulloa sólo sirvió para maltratar, por un rato, y al final, el corazón de los salmantinos.