Un subordinado de la diputación explica que con el regreso de Carlos Fabra tiene otra vez claro quién es su jefe, mientras que hasta hace unos días "tenía varios". Este testimonio ilustra la situación anárquica que se ha vivido en la entidad durante los meses de ausencia del presidente. Con la reincorporación de Fabra, ha vuelto el orden al gobierno provincial.

La regencia de Francisco Martínez ha estado caracterizada por el vacío de poder, la desorganización, las camarillas e intrigas palaciegas. En estos siete meses han aflorado las rivalidades dentro del equipo de gobierno, sobre todo entre los integrantes del núcleo duro del presidente, en pugna por hacerse con los mandos de la institución y posicionarse de cara al postfabrismo. Además, en ausencia del mandatario provincial ha habido extrañas contrataciones de asesores, que parecen concebidas más en clave de futuro que de presente.

Pero la vuelta de Fabra ha puesto fin a todas estas maniobras. O, al menos, ya no son tan visibles. En el pleno del martes dio un golpe de autoridad. No sólo de cara a la oposición, sino también de puertas hacia dentro. El presidente ha restaurado el orden en las filas del PP y ha dejado claro que piensa seguir ejerciendo el poder absoluto hasta el último segundo del mandato, que caduca después de las elecciones municipales de 2011.

Varios diputados expresaron su alegría con la actuación de Fabra en el pleno, donde se le vio en plena forma, incluso con unas formas excesivamente violentas, como si descargara la energía acumulada en sus meses de ausencia. Dirigió con puño de hierro la sesión, gestionando las intervenciones a su antojo, cortando la palabra incluso a los suyos. Mandando.

Los diputados del PP que participaron en el debate lo hicieron para abordar temas relacionados con su ámbito de gestión. Nada que ver con lo que ocurrió en algún pleno presidido por Francisco Martínez, en que hubo codazos entre miembros del grupo popular por llevar la voz cantante y se vio a algunos responsables del gobierno abordar asuntos que no son de su competencia.

El presidente y el portavoz

Resulta también significativo que Carlos Fabra reservara para él la última intervención en temas que había defendido el portavoz del PP, Vicent Aparici. Así ocurrió en una moción del PSPV sobre el AVE, en la que el presidente tomó la palabra para cerrar el debate sobre este punto. Demostró así al portavoz y al resto de integrantes del PP que la suya es la opinión que importa y que, en definitiva, él es quien manda.

Que Fabra se encuentra plenamente restablecido no sólo es bueno para él, también lo es para su partido, que recupera el orden, el criterio y la disciplina perdidos en los últimos meses.