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Capitán Lobo... Pudiera ser el título de una novela de ficción de Emilio Salgari, el personaje de un largometraje del oeste o un ser imaginario inventado para asustar a niños traviesos. Sin embargo, la realidad supera la ficción y el nombre de capitán Lobo todavía resuena entre los vecinos de Vistabella como el de un represor del aparato franquista que torturaba y asesinaba a labradores a sangre fría.

Casi 64 años después, la única reparación posible a la que aspiran los familiares es la restauración del honor y el recuerdo de la historia para que algo así no vuelva a suceder jamás.

No son pocos los documentos históricos que relatan la crueldad del guardia civil Maximiliano Lobo Navascues, pero las víctimas y sus familiares han tenido que esperar seis décadas y un lustro para que la Justicia admita oficialmente que no eran delincuentes malhechores, sino víctimas inocentes de una violencia dictatorial sin sentido.

El vecino de Vistabella Antonio Solsona logró el pasado 17 de diciembre que el Ministerio de Justicia concediera la "reparación moral" a su padre, Pedro Solsona Garcés, un masovero que fue acribillado por la espalda en una cuneta de la carretera de Vilafamés junto a su vecino M.S. Ambos habían sido injustamente acusados de "cómplices y encubridores de bandolerismo" por suministrar alimento a "maquis" que se refugiaban en las montañas.

Antoni Solsona explicó ayer cómo el capitán Lobo arrestó a su padre una mañana del 4 de octubre de 1947. "Mi padre estaba labrando y tuvo que recoger antes porque vino el capitán Lobo a por él. Se lo llevaron a él y al tío Manolo. Les acusaban de haber dado comida a unos maquis (10 borregos, huevos, pan y un saco de harina). Y era verdad, porque los maquis vinieron a por comida -y la pagaban- pero tú no podías decir que no. Te amenazaban. La Guardia Civil también había venido muchas veces a comer en la masía, y después de muerto mi padre siguieron viniendo. Es curioso, uno de los guardias al que conocía le había dicho poco antes: Pedro, váyase con su familia a otro lugar. Aquí corren peligro. Pero mi padre le respondió qué dónde iban a ir si no tenían otra cosa que la masía".

Pedro Solsona, un agricultor de convicciones católicas y ajeno a cuestiones políticas, fue retenido y torturado durante 3 días en el cuartel de Vistabella. "Antes de que lo mataran llamaron al barbero del pueblo para que afeitara a mi padre. Y el propio barbero me contó que le dijo: tú no has hecho ningún daño y no tienes la culpa de que haya maquis, así que no te puede pasar nada. Después de esto, el día 7 a las 6 de la mañana se los llevaron teóricamente a la prisión de Castelló, pero a medio camino, en el pla de Vilafamés, les dijeron que bajaran de la furgoneta y que podían irse".

Los relatos de los vecinos de Vilafamés rescataron posteriormente incluso los detalles de alguna de las últimas conversaciones de Pedro García con los guardias. "Nos llegó luego que uno de los guardias le quitó la bufanda a mi padre, que le preguntó ¿por qué me quita la bufanda? Y el guardia le respondió: Allá donde ustedes van no la necesitarán. A los dos meses llegó un aviso a mi madre diciendo que en una casa de Vilafamés le guardaban la bufanda y algún dinero, pero ella nunca fue a por ello".