La Generalitat y el Ayuntamiento de Castelló pretenden cambiar radicalmente el proyecto inicial de la Ciudad de las Lenguas, que originalmente fue concebido para enseñar castellano y valenciano, y aspiran a que imparta también inglés, francés, alemán, ruso y chino mandarín, según avanzó ayer a este diario la vicealcaldesa de Castelló, Marta Gallén.

La concejal popular apuntó que la oferta idiomática está todavía en estudio y que se elaborará en colaboración con la Universitat Jaume I, pero admitió que la intención del Consell y el ejecutivo local es que se enseñen los idiomas anteriormente mencionados. De hecho, el alcalde de Castelló, Alfonso Bataller, ya ha mantenido reuniones con delegaciones de empresarios de China y Rusia, así como con representantes de la Unión Europea, con el objeto de buscar apoyos externos para lanzar la Ciudad de las Lenguas.

La consellera de Turismo, Cultura y Deportes, cuyo departamento gestiona la infraestructura a través de la sociedad de Proyectos Temáticos, ya anunció semanas atrás que el próximo ejercicio se impulsará un segundo concurso de ideas para redefinir el contenido de la Ciudad de las Lenguas y abaratar el coste de sus obras. Esta cambio en la hoja de ruta supondrá una modificación sustancial del máster plan, que ha sido diseñado por el estudio de Carles Ferrater y que fue aprobado por el Consell a primeros de este año. El programa de Ferrater, que ha costado 174.000 euros a las arcas autonómicas, recoge una oferta educativa pensada sólo para el castellano y el valenciano y prioriza los usos lúdicos, deportivos y residenciales, que es la idea que ha manejado el Gobierno valenciano desde que lanzó el programa en 2005.

Hoteles

La vicealcaldesa subrayó que los terrenos de la Ciudad de las Lenguas también contarán con una oferta importante hotelera, que reforzará el proyecto como referente turístico. A juicio de Gallén, "es un proyecto que irá en un lugar privilegiado (una superficie de 425.000 cuadrados del Grau) que quiere convertirse en un referente a nivel mundial". Sea como fuere, el Consell carece todavía de los terrenos.