­En los mentideros del PP castellonense a Esther Pallardó se le conoce con el sobrenombre de «la presidenta» por su relación sentimental con el presidente Carlos Fabra, sobre la que ha forjado una carrera política meteórica. En su ascenso fulgurante, Pallardó se ha granjeado muchos enemigos dentro del partido, que esperan con anhelo la retirada definitiva de Fabra para verla caer. El líder popular no parece dispuesto a que eso ocurra y, antes de marcharse, pretende apuntalar la posición de su novia, en la diputación y en el PP. El primer paso ha sido obligar a Javier Moliner a que nombre a Esther Pallardó vicepresidentaEsther Pallardó vicepresidenta.

La carrera política de Pallardó, periodista de profesión, empezó a fraguarse hace ocho años cuando entró de jefa de prensa de la diputación. Anteriormente había trabajado de redactora en Levante de Castelló, donde firmó noticias críticas con el PP. A los pocos meses de acceder a la diputación estalló el «caso Fabra» con las querellas que interpuso el empresario de Artana Vicente Vilar. El presidente provincial, acechado por los medios y la justicia, encontró apoyo y comprensión en su jefa de prensa, que ejerció de escudo protector. El amor surgió entre el político y la periodista, que se separaron de sus respectivas parejas y entablaron una relación sentimental que aún perdura, pese a la diferencia de edad de casi 30 años.

Ascenso fulgurante

Cuando aterrizó en la diputación Esther Pallardó se afilió al PP y, al año siguiente, Carlos Fabra ya la había colocado en la ejecutiva provincial del partido como secretaria del área de comunicación. El siguiente reto fue el salto a la política institucional. Pese a ser de la Vall d´Uixó, Esther Pallardó se presentó en las municipales de 2007 en las listas del PP de Burriana, con el consiguiente enfado de las bases del partido en la localidad. Tras conseguir el acta de concejala entró en la diputación como responsable de relaciones institucionales y comunicación. En poco tiempo consiguió lo que a otros miembros del partido en Castelló les ha costado toda una vida política.

En los años de gobierno de Carlos Fabra, Esther Pallardó se convirtió en una de las personas más influyentes del PP castellonense, apoyándose en su condición de novia del presidente y en una incuestionable inteligencia política. De carácter discreto, no tiene problemas en aplicar la doctrina maquiavélica para conseguir sus objetivos.

En la pasada legislatura Pallardó hizo y deshizo a su antojo dentro de la diputación, fue protagonista de intrigas palaciegas, colocó a personas afines y logró la salida de sus rivales. En el partido tuvo un papel muy activo y su posición fue determinante en la elección de Marisol Linares como secretaria provincial del PP, un nombramiento que provocó el enfrentamiento de dos amigos íntimos, Carlos Fabra y Víctor Campos. También ha tenido Fabra algún problema familiar por su relación sentimental y de sobras es conocida la animadversión que se profesan Esther Pallardó y la diputada nacional Andrea Fabra, hija mayor del presidente.

Con la salida de Fabra de la diputación y la entrada de Javier Moliner, Pallardó vio amenazado su estatus. Enarboló la bandera del «fabrismo» y movilizó al ala dura del partido para hacer frente a la corriente de Moliner. Dicen que al nuevo presidente le pidió dos cosas: un despacho en el palacio provincial y ser vicepresidenta. Moliner sólo le concedió el primer deseo, pero la marcha de Vicent Aparici al Senado le brindó a Pallardó la oportunidad de que se cumpliera el segundo. Con la ayuda inestimable de Carlos Fabra, lo consiguió.

El siguiente reto de Fabra es apuntalar a Pallardó en la cúpula provincial del PP para garantizarle un recorrido político. Habrá que ver si Moliner cede de nuevo o, con el apoyo de Alberto Fabra, puede imponer su criterio, lo que no será fácil.

«Fabra mueve los hilos de la diputación»

El portavoz de Iniciativa en Castellón, Carles Mulet, ha afirmado que el nombramiento de la diputada Esther Pallardó, «compañera sentimental de Carlos Fabra», como vicepresidenta de la diputación demuestra que es éste último «quien continúa moviendo los hilos de la institución» y que Javier Moliner «no tiene la más mínima autonomía». Mulet ha señalado que «la compañera sentimental de Fabra lleva una meteórica carrera política desde que juntó su destino con el del presidente del PP». «De periodista pasó a ser jefa de prensa de la Diputación, y después Fabra la impuso como concejala de Burriana para poder colocarla de diputada y ahora de vicepresidenta», dice.