La denuncia pública no ha impedido que ayer se volviera a intentar vender billetes clandestinos en la estación de autobuses de Castelló. Maradona, así se hace llamar el hombre de nacionalidad rumana que con una carpeta negra bajo el brazo y acompañado de una mujer se paseaba ayer por la instalaciones a la espera de captar nuevos clientes. Cien euros fue el precio que puso a un viaje a Europa cuando este periódico intentó comprarle un pasaje.

Maradona explicó que el coste es el mismo, indistintamente del país (Francia, Italia o Rumanía). Si el billete era de ida y vuelta el precio era de 180 euros, y aclaraba que la vuelta estaba abierta durante seis meses. Las tarifas contrastan con los establecidos en el mercado ya que un billete de ida a París cuesta 226 euros, con la vuelta abierta sin restricciones. Asimismo, si el destino es Roma el precio es de 225 euros, también con la vuelta abierta. Lo sorprendente es el precio del viaje a Rumanía que Maradona ofreció ya que, tal como pudo comprobar este periódico, es prácticamente igual, o más caro, que el de una línea regular. El supuesto vendedor incluso facilitó su número de teléfono móvil para que pudiéramos contactar con él si no le viéramos en la estación e informó que los buses salen diariamente a las cinco de la tarde.

La pareja ya permaneció en las instalaciones por la mañana -él con el móvil siempre en la mano- y, al parecer, no son los únicos que supuestamente hacen este tipo de venta. No cesaban de merodear por la zona hasta que al mediodía decidieron marcharse. Volvieron por la tarde, alrededor de las cuatro, coincidiendo con la llegada de un autobús que iba con destino a Rumanía, momento en el que intentaron vender más billetes.

Según fuentes consultadas por este periódico, la venta irregular de pasajes y la llegada de autobuses clandestinos a la parada de Castelló es algo habitual, y contra la que no pueden hacer nada. Las mismas fuentes cuentan que, a diferencia de la estación de Renfe, carecen de vigilancia y que están abandonados a su suerte. "Aquí no dejan de parar autobuses que no deberían, normalmente llevan un remolque y aparcan en la parte trasera de la taquilla oficial de venta", cuentan a Levante de Castelló. En otras ocasiones, los autobuses aparcan en el mismo andén que el resto por lo que los conductores han de llamar a la policía para que los retiren.

El principal problema al adquirir este tipo de billetes es que, en el caso de tener algún percance durante el viaje, carecen de garantías: no tienen seguro, no hacen las paradas de descanso obligatorias y no aceptan ningún tipo de reclamación. Además, en algunos casos se ha descubierto que son meras fotocopias. Aún así, la gente con menos recursos opta por esta compra irregular por tener unos precios más baratos con respecto a los legales. Pese a que algunas fuentes aseguran que es una práctica habitual, no ha sido hasta ahora cuando han saltados las alarmas, después del trágico sucesos en Magdalena de Pulpis. En la autopista AP-7, a su paso por este pequeño municipio castellonense, un autobús sufrió una avería dejando a sus 47 pasajeros tirados en la cuneta de la carretera durante más de 24 horas. Ninguna de las empresas rotuladas en los billetes y el autocar se hicieron responsables de la ruta y, finalmente, la Guardia Civil abrió una investigación al descubrir que una empresa era ficticia.

En la estación de Castelló, la venta fraudulenta todavía actúa sin ninguna presión policial.