Gregorio Corrochano, el Nobel de los críticos taurinos, relató en 1910 la crónica de la primera oreja cortada a un toro en la plaza madrileña. El afortunado fue Vicente Pastor, que se llevó un apéndice de Carbonero, un toro de Concha y Sierra que, cómo no, pasó a la historia. Un siglo después, pasta otro con el mismo nombre en la ganadería de Ángel Roser, en Godelleta, llamado a suceder en el trono al popular Ratón, que cederá su corona de bravura cuando la edad no le permita seguir el ritmo.

La sucesión es más comprometida de lo que parece, pues tres herederos pugnan ya por alcanzar la gloria y el caché del ejemplar de Gregorio de Jesús. Si fuera por genealogía asumiría la gesta Ratoncito, "que lleva el camino del padre, pero tiene que hacer algo más en los inicios" para consolidar la dinastía. Así lo relata el ganadero, que destaca "la agilidad, la inteligencia y la forma de tomar los obstáculos" del descendiente legítimo de Ratón, que se llevó la vida de dos hombres en cinco años y la fama del más peligroso.

Pero el legado es tan suculento que otros ganaderos de la Comunitat han presentado a sus propios aspirantes para quedarse con el imperio.

El propietario de Carbonero resume los méritos del suyo con un escueto "ha hecho faenas muy buenas". Lo cierto es que destrozar la plaza de Montroi completa un currículum que también engloba actuaciones en Macastre, Turís y Yátova, donde puso en apuros a los menos precavidos.

Completa la terna Botonero, el berrendo aparejado en negro de José Carlos Poveda, titular de la finca La Romaneta. Con ocho años cumplidos lleva siete colgándose galones en las plazas de la Comunitat gracias a su capacidad de rematar hasta el último obstáculo. Poveda lo tiene claro: "el toro o es excepcional o tiene muy pocas salidas y al final son sólo unos cuantos los elegidos". Botonero lo es hasta el punto de que el empresario que lo contrata paga hasta 5.000 euros por 15 minutos de exhibición.

Su caché, como el del rey de la fiesta, se ha incrementado en 4.000 euros desde que a principios de mes llevó a la enfermería a un aficionado en la plaza de Monóvar. "Antes de salir de la plaza el vídeo ya estaba en internet, al día siguiente me llamaron de varias televisiones para venir a la finca y al tercer día tenía la casa llena de cámaras", recuerda. "Se lo rifan", y añade, "el teléfono no para de sonar, si fuera una máquina que no necesitara descansar ni pudiera hacerse daño estaría trabajando continuamente".

Pero más allá de labrarse una carrera prometedora, la sucesión de Ratón sigue entre los objetivos de los ganaderos. El título de la bravura conlleva unos derechos dinásticos que se resumen en prestigio y capital. "Botonero es tan bueno como él, pero el mayor mérito que tiene es que donde hemos ido han estado los medios de comunicación", que han registrado su buen hacer en pirámides y tablados. "Aún no cobramos los 8.000 euros de Ratón", admite Poveda, pero ya tiene "un hermano despuntando y tres hijos sin probar" por si De Jesús abdica en un descendiente de la finca alicantina.

De momento, los logros en el cuerpo a cuerpo se los llevan quienes se enfrentan al de Sueca. El desafío entre José María Navarro "El Chipu", de Cheste, y Juan José Martínez "Majete", de Puçol, en Alginet permanece entre los más respaldados por la afición. Menos méritos labró el francés Nicolas Vergonzeanne en la última Feria de la Magdalena, que saltó a Ratón en una única ocasión, antes de que el ejemplar regresara a corrales y los que abarrotaban los tendidos, a sus casas. Aún así dicen que su fugaz aparición bien valió pagar la entrada. A fin de cuentas, él sigue siendo el rey.