La feria de Santa Catalina reúne a miles de visitantes en el corazón de Vila-real

La cita, declarada de Interés Turístico Provincial, contó con cerca de 290 puestos de venta

sheila gil vila-real

Miles de personas llenaron ayer las calles del centro de Vila-real para disfrutar de una nueva edición de la feria de Santa Catalina que, como manda la tradición, se celebra el último domingo de noviembre y que este año coincide con el día dedicado a la santa. Además se da la circunstancia de que desde el año pasado la cita cuenta con el distintivo de Feria de Interés Turístico Provincial. Desde primera hora de la mañana la plaza Mayor y la de la Vila, las calles Mayor Sant Doménech, Raval del Carme, Josep Ramon Batalla y Hospital fueron las espacios escogidos, una vez más, para instalar las casi 290 paradas que participaron en esta actividad que, en tan solo un día, concentra una gran actividad comercial.

Una edición más, desde el consistorio se ha apostado por la venta de un producto más tradicional al ser éste un evento prenavideño. Así pues, no faltaron alimentos típicos de estas fechas como los frutos secos, una gran variedad de turrones o castañas. También hubo espacio para las piezas de belenes, productos artesanales o juguetes para los más pequeños.

Productos para todos

Al igual que en años anteriores, las entidades sociales y ONG de la localidad también tuvieron un sitio privilegiado en este mercado, ya que instalaron sus paradas en la plaza Mayor de la localidad, desde donde dieron a conocer su labor y sacaron a la venta productos para recaudar fondos que les permitan realizar diferentes proyectos.

Tampoco se perdieron esta tradicional cita anual otros puestos típicos por estas fechas como la tómbola, la parada de las churrerías o el paseo en poni. Para que la jornada transcurriera con normalidad y sin incidentes, el Ayuntamiento de Vila-real organizó un dispositivo especial de seguridad integrando por 40 personas entre agentes de la Policía Local, Protección Civil, personal del GD'OS y del departamento de mercados, que también vigilaron que no llegaran a las calles de la localidad productos ilegales.

Tradición

Los orígenes de esta tradicional feria se remontan a mediados del siglo XIX, donde este mercado servía de antesala a la Navidad. Durante los primeros años de la feria era habitual la venta de productos de la matanza del cerdo por lo que esta muestra era conocida coloquialmente como la "fira de la llonganissa".

A medida que la feria creció también lo hicieron los productos que allí se vendían y la diversidad de juguetes que se podían encontrar propició que fuera popularmente conocida como la "fira del pito". Esta jornada también ha sido conocida por la celebración de la "mocaorà" entre los seres queridos, que se regalaban un surtido de productos típicos navideños dentro de un pañuelo.

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