Espectacular, alargada y sin ningún incidente. Así es como se saldó la primera de las Entradas internacionales de Toros y Caballos de Segorbe. Fue la primera de las siete previstas en esta semana de fiestas, la semana taurina por excelencia de Segorbe.

A pocos minutos de las dos de la tarde, la calle Colón se convirtió en una auténtica alfombra humana de segorbinos y visitantes que, fieles a su cita y a pesar de que las fechas han sido más tarde de las habituales, no quisieron faltar para vivir en primera persona y a pie de calle el comienzo de las espectaculares Entradas de Toros y Caballos de Segorbe. Una fiesta que congregó según cifras oficiales entre 8.000 y 9.000 espectadores. La emoción de este encierro único en el mundo se notaba en las calles, algo más vacías de lo habitual teniendo en cuenta que la semana de Entradas se celebra este año siete días por detrás de lo que es habitual y con el curso escolar, precisamente, recién empezado.

A las dos en punto de la tarde, y tras el sonido de la carcasa que anuncia el inicio de este internacional ritual, trece experimentados caballistas esperaban, con la adrenalina a flor de piel, en la plaza de los Mesones el momento de recoger a los seis toros -todos negros- y un cabestro, para guiarlos con maestría hasta el final del recorrido.

En la jornada de ayer debutada en el grupo de caballistas Domingo de Guzmán Peyrolón, experimentado jinete que participaba por primera vez en la experiencia de llevar a los astados hasta los corrales.

Tras la salida de cuatro astados a la cabeza y los dos restantes y el manso por detrás, la pericia de los caballistas fue clave para recoger y ordenar a la comitiva animal.

Caballos y toros se fundieron en uno, formando el tradicional rombo que sirve de única barrera humana entre el espectador y los toros, haciendo de protección y guía para que los animales lleguen hasta la plaza de la Cueva Santa.

Abriendo la manada, ocho caballistas recogieron a los cuatro astados que fueron por delante y que, abriendo el camino, recorrieron los casi 500 metros que forman el trazado de la tradicional Entrada de Toros y Caballos. Tras ellos, cinco jinetes controlaron con maestría a los dos toros y al cabestro que se quedaron más rezagados a la salida hasta llegar a la plaza de la Cueva Santa y que hizo que la primera de las Entradas, fuera más desagrupada y lenta de lo habitual.

Un hecho que, sin embargo, permitió a los espectadores que la disfrutasen con mayor comodidad a su paso al crear, la ya conocida como cremallera humana en la que fue la primera de las entradas de 2013 que se saldó sin incidentes.