Los servicios humanitarios fueron un pilar base en la creación y organización del cuerpo de la Guardia Civil. La propia Cartilla encomienda al agente de la Benemérita el deber de auxiliar a la población en caso de catástrofes, siniestros y accidentes. Así lo cumplieron Pedro Ortega y Antonio Giménez, los dos guardias civiles que en 1850 murieron intentando rescatar un carruaje con pasajeros en una riada que tuvo lugar en Orpesa.

Fueron los dos primeros agentes de la historia de la Guardia Civil que perdieron la vida en una acción humanitaria.

Los hechos tuvieron lugar en Orpesa la noche del 14 de septiembre de 1850, una noche tremendamente lluviosa que, junto con el fuerte viento, acabó por imposibilitar el tránsito por los caminos, según narran desde la Asociación Pro Guardia Civil (Aprogc). El puesto de la Guardia Civil de esta localidad, al mando de don Benito Cepa, estaba en alerta cuando recibió una petición de ayuda.

La diligencia-correo que iba de Barcelona a Valencia tenía problemas al quedarse atascada en el paso del barranco de la Chinchilla. Hasta el lugar se desplazó el propio Benito Cepa junto con los guardias civiles Antonio Abad y Wenceslao Pérez. Después de un duro trabajo fueron capaces de salvar a los ocupantes de la diligencia e incluso al propio carruaje.

No obstante, sus compañeros no correrían la misma suerte. Cuando parte de la dotación del puesto estaba en las labores de rescate en el barranco de la Chinchilla, los guardias civiles Pedro Ortega y Antonio Giménez partieron en dirección contraria para vigilar el camino y ayudar a la diligencia que hacía el camino contrario: Valencia-Madrid. Cuando estaban cerca de donde se encontraban, el carruaje que había sido rescatado anteriormente volvió a tener problemas, en este caso, mucho más graves ya que cayó por el barranco de Bellver.

Los guardias civiles dejaron todos sus pertrechos y armas y se lanzaron barranco abajo para auxiliar a los accidentados, sabiendo que era algo realmente peligroso, ya que las aguas arrasaban todo a su paso.

La operación fue tan peligrosa que le costó la vida a ambos, junto con todas las personas que iban en el carruaje. Así, Pedro Ortega y Antonio Giménez fueron los primeros guardias civiles en dar su vida en un servicio humanitario en la historia de la Guardia Civil. Precisamente en el barranco Bellver de Orpesa todavía queda en pie un monolito que relata la historia sucedida en esa noche del 14 de septiembre, hace ahora 163 años.