El Col·legi Oficial de Bibliotecaris i Documentalistes de la Comunitat Valenciana ha quejado formalmente ante el Ayuntamiento de Nules por el uso de voluntarios para ampliar el servicio de la biblioteca local en época de exámenes, iniciativa que se aplicó este pasado mes de enero. Los bibliotecarios le recuerdan al consistorio que se debe contar con personal cualificado para dichas tareas. El alcalde Mario García, defendió la legalidad de una medida que ha posibilitado «mejorar el servicio que se presta a los vecinos de la ciudad, ante la imposibilidad de poder hacerlo con los trabajadores municipales».

García señaló que «en ningún momento han sustituido a los trabajadores municipales, ni han realizado sus funciones, porque, entre otras cosas, no han tenido acceso a los medios informáticos de las instalaciones, ni han gestionado préstamos», pues solo se han limitado a permitir que las instalaciones permanezcan abiertas en el horario ampliado, «supervisados por los concejales de Educación y Edificios Municipales». Destacaron que con la medida han pasado 1.500 usuarios en el horario especial de la biblioteca.

Los bibliotecarios, en un comunicado hecho público ayer, por una parte felicitan al consistorio por la iniciativa, pero le recuerdan que según las leyes, se debe hacer con el personal encargado de la misma o con personal de refuerzo de nuevo ingreso con la suficiente «formación». Así la presidenta, Alicia Sellés, señaló que entendían que era época de crisis «y que es labor de la administración optimizar los recursos, pero no por ello se pueden dejar de lado las normas legales». Desde el consistorio al respecto se ha señalado que los voluntarios «han estado cubiertos en todo momento por el seguro de responsabilidad civil con que cuentan todas las instalaciones municipales, y además el proyecto está avalado por el reglamento municipal de voluntariado».

«Se ha recurrido a los voluntarios ante la imposibilidad de que los dos trabajadores municipales encargados colaboren en cualquier iniciativa», aseguró García. Así el alcalde señaló que durante el pasado año, 157 días la biblioteca no pudo abrirse en su horario habitual porque ninguno de los trabajadores podían cubrir el servicio por «moscosos, horas sindicales, cursillos o bajas continuadas», por lo que «recibimos de buen grado el ofrecimiento de un grupo de estudiantes que más de una vez se habían encontrado las puertas cerradas».

Segundas intenciones

En este sentido recordó que se presentó por una de las trabajadoras una denuncia «por no conceder las horas sindicales y se nos acusó de antisindicales pero nunca dijeron de los problemas para cuadrar los horarios», por lo que ven «otra intención que nada tiene ver con la mejora o la calidad del servicio público».