«El primero de todos los crucifijos que deberían quitarse es el de [Juan] Cotino», dice el presidente de la Associació Valenciana d'Ateus i Lliurepensadors, Antonio Pérez Solís, en referencia al crucifijo que colocó el presidente de las Corts Valencianes encima de la Mesa del parlamento autonómico para jurar su cargo al inicio de la legislatura. Esa cruz, que anteriormente se encontraba en su despacho como conseller, pasó a continuación al despacho de Cotino en la Mesa de las Corts. Hay que separar el espacio público de los símbolos religiosos con independencia de las creencias de cada uno, recalca la asociación laicista.

Avall aporta más ejemplos que, a su juicio, son tan comunes como flagrantes. Como que desfile el alcalde de un municipio en las procesiones empuñando la vara de mando. «Si quiere salir como feligrés, perfecto. Que lo haga en primera fila, si lo desea. Pero que no mezcle el símbolo de representación pública con una creencia concreta», añade Pérez Solís. Aunque en multitud de hospitales y colegios se han retirado ya los símbolos religiosos, «aún no han desaparecido del todo y es hora de que lo hagan», subraya el presidente de Avall. p. cerdà valencia