Las manos que cuidan al Liverpool

El fisioterapeuta castellonense Rubén Pons trabaja, desde el pasado verano, para el club y se encarga de tratar las lesiones de los jugadores de Anfield También ha formado parte del Villarreal y ha recuperado a hombres como Coloccini o Pablo Hernández

Las manos que cuidan al Liverpool

Las manos que cuidan al Liverpool / Levante-EMV

j. lloria castelló

El gran capitán del Liverpool, Steve Gerrard, anunciaba la semana pasada su marcha del equipo de la ribera del Mersey a final de temporada, después de 17 años como jugador de la primera plantilla. Dentro de la familia de Anfield Road, habrá un castellonense que le echará especialmente de menos. Se trata del fisioterapeuta Rubén Pons que, desde el pasado verano, trabaja en las instalaciones de Mellwood.

Pons completó en junio del año recién terminado un camino que le ha conducido desde Castalia hasta el Merseyside. Su idilio con el fútbol comienza en Benicàssim, donde comenzó a practicar este deporte a los 9 años. Este fue el paso previo antes de recalar en la cantera del Castellón a los 12 años. Pero, a pesar de su buen hacer como mediapunta e incluso entrenar con el primer equipo albinegro, una rotura del ligamento cruzado anterior frenó su progresión futbolística.

Las manos que cuidan al Liverpool

Las manos que cuidan al Liverpool

Abocado a prolongar sus últimos años como profesional en equipos de Preferente, como el CD Benicasim o el CD Almazora, compaginó esta práctica con los estudios de fisioterapia. La recuperación deportiva se convirtió en el trabajo de Rubén Pons que en 2003 abría en Benicàssim su primera clínica, Kirema. Sus novedosas procesos y sus espectaculares resultados en la recuperación de deportistas no pasaron desapercibidos y fue así como en 2006 el Villarreal CF llamó a su puerta. Fueron años en los que Pons se encargó de supervisar las recuperaciones de hombres como Riquelme, Forlán, Tacchinardi, Arruabarrena, Senna, Cazorla, Rossi o Diego López. «Fue una experiencia interesante. Me permitió conocer de cerca el mundo del fútbol profesional y aplicar nuevas técnicas a la recuperación de las lesiones del futbolista», señala el fisio castellonense.

Tras casi 5 temporadas en el club amarillo, Rubén decidió centrarse de lleno en su clínica en Castelló, Fisiocenter. Su propósito era convertirla en referencia provincial en fisioterapia deportiva. De todas formas, su contacto con el fútbol de primer nivel no se terminó con su salida del Villarreal. «Para mi, siempre ha sido un reto trabajar algún día en la Premier League», comenta.

Por eso, después de su paso por el submarino amarillo, comenzó a trabajar con varios jugadores de la Primera División inglesa como José Enrique, Coloccini, Jonas Gutiérrez, Cazorla y Pablo Hernández. «El primero que apareció en escena fue Jose Enrique, que me ofrece la posibilidad de trabajar con él», asegura Pons. Esta relación laboral le obligaba a viajar constantemente a Newcastle para realizar con el lateral tratamientos de prevención de lesiones.

Con esta experiencia, Rubén Pons conoció a los responsables médicos de muchos clubes británicos, lo que le ayudó a hacerse un nombre en Inglaterra, y así llega la llamada del Liverpool. «Fue a mediados de octubre de 2013. Querían que les hiciese un informe sobre el tratamiento realizado en la recuperación de uno de sus jugadores más importantes, José Enrique». De esta manera empezó su relación con el histórico club del Mersey que terminó con su fichaje por los cinco veces campeones de Europa en verano de 2014. «Al finalizar la temporada pasada, uno de los fisios abandonó el club y el Liverpool necesitaba cubrir esa vacante con alguien del mismo perfil, alguien que tuviese un conocimiento exhaustivo de la técnica EPI, así como de osteopatía y punción seca. Por eso se pusieron en contacto conmigo», explica.

Uno más en Melwood

Ahora, más de medio año después de su fichaje por el Liverpool, Rubén Pons es un habitual de Melwood, la ciudad deportiva del Liverpool. Con una visita las instalaciones, se comprende la grandeza del conjunto inglés. Nada más entrar al edificio principal, el visitante se encuentra con la Champions League conquistada en Estambul por el equipo, con el español Rafa Benítez como técnico. Se trata de una ciudad deportiva cómoda y funcional, dotada de todos los adelantos posibles para el trabajo diario pero sin grandes lujos decorativos. La rutina del cuerpo técnico y de los jugadores arranca con el desayuno en Mellwood, donde también comen siempre que se trabaja. «A las 8.00 de la mañana llegamos al trabajo y desayunamos juntos. Luego tenemos reuniones técnicas por parcelas de trabajo y después cada uno se ocupa de sus tareas. Yo me dedico a los jugadores que están lesionados y aplicamos tratamientos preventivos para minimizar riesgos en futuras lesiones», explica Pons. Después de comer, sobre las 16.00 de la tarde, «llego a casa y me pongo en contacto con mi clínica en Castelló para coordinar todo el trabajo allí».

A pesar de esta intensa jornada de trabajo, todavía tiene tiempo para asistir a clases de inglés para perfeccionar su conocimiento del ido de las islas. Tanto él como su familia se han adaptado muy bien a la ciudad y esperan permanecer unos cuantos años en Liverpool. «He firmado un contrato de un año pero mi deseo es estar aquí varias temporadas para crecer profesional y personalmente y, así, seguir aprendiendo y disfrutando de lo que más me gusta».

A la espera de conocer cuál será su futuro en la entidad, de momento Rubén Pons disfruta de la oportunidad de trabajar en uno de los laboratorios futbolísticos más importantes de la historia. «Tanto el trato con los miembros del cuerpo técnico y médico como con los jugadores es fantástico. Son todos muy próximos y se interesan mucho por los ejercicios y técnicas que les proponemos», comento el fisio castellonense que, a diario, debe tratar con estrellas de la talla de Gerrard, Touré, Sturridge o Glen Johnson. «Tengo una relación muy buena con todos los jugadores, sobre todo con los de habla hispana. Aquí el jugador respeta mucho nuestro trabajo, colabora y se interesa por todo», concluye.

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