El interior cumple con el ritual del fuego

Las hogueras y los desfiles llenan las calles de municipios castellonenses como Tírig, Forcall o Palanques

El interior cumple con el ritual del fuego

El interior cumple con el ritual del fuego

J. tena palanques

Las celebraciones en honor a Sant Antoni monopolizan el calendario festivo en las localidades que pueblan las comarcas del interior castellonense. En la tarde noche del sábado en el casco urbano de Tírig la Diablera consiguió llenar el pabellón de fiestas. Los demonios salen a escena cada año, pero no por eso dejan de congregar a centenares de vecinos para disfrutar con la representación. Antes se pudo escuchar la ácida crítica de La Publicata, versos satíricos sobre la vida del santo que también incluyen numerosas referencias a aspectos relacionados con la actualidad local.

El desfile de caballos, el reparto de la coqueta, el encendido de la hoguera por los demonios, la torrada popular y la cena del Saquet marcaron la jornada.

El interior cumple con el ritual del fuego

El interior cumple con el ritual del fuego

Mientras unos quemaban hogueras, en Portell han vivido un fin de semana dedicado especialmente a los preparativos. Los mayorales del municipio se han encargado estos días de cortar la leña para la hoguera que prenderán el próximo día 7 de febrero.

Una de las celebraciones con más encanto tuvo lugar en Palanques. Se trata de un Sant Antoni casi familiar.

En esta localidad situada en la comarca de Els Ports en la actualidad residen poco más de 30 vecinos. Sin embargo, para disfrutar por todo lo alto de la celebración estos días se unen a ellos los habitantes de localidades cercanas como Sorita, Ortells o Forcall. Durante la jornada del sábado se montó la tradicional hoguera por la mañana. Por la tarde la actividad se inició con el bandeo del gallo, una iniciativa en la que, como marca la tradición, participaron niños y mayores.

Luego se celebró una cena popular en la que los asistentes degustaron chorizos y longanizas asadas. Siguió la Diablera, que ambientó la noche antes de que se prendiera fuego a la hoguera.

Toda la jornada contó con la ambientación de la música de las dolçainas y los tambores. Tras el encendido de la hoguera se repartió la coqueta entre todos aquellos que desfilaron junto a sus animales para participar en la tradicional bendición.

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