segundo round

Juan Soler

La putada de jugar los partidos oficiales cualquier día, incluidos los sábados, a las diez de la noche y en invierno, para ser más precisos, resulta difícil de perdonar. Primero porque a uno le gusta el fútbol hasta rabiar y le molesta el frío tanto como le resulta muy difícil tomar la decisión de acudir al Madrigal, o no, en estos días de mal genio de la madre naturaleza y segundo porque así como en tiempos de climatología más amable asistir al fútbol a la luz de las velas es hasta atractivo, ante un frío que pela acercarse hasta las gradas, donde como toda compañía al margen del calor humano suele ser un vientecillo que se suma a la fiesta casi resulta heroico de no ser porque el gusanillo también tiene algo que decir, aprieta las ganas de ver el fútbol en su salsa y uno acaba por someterse a lo más primario. De modo que a ver al Levante y que sea lo que Dios quiera, porque el partido promete. El Levante y sus maneras, siempre prometen emoción por lo menos. La emoción el sábado noche, duró lo que tardó Vietto en ver puerta y lo hizo como los delanteros de verdad, digo, rematando y nunca mejor dicho, una bola que se le escapó al portero levantinista a disparo anterior de Trigueros. A partir del gol la emoción bajó muchos enteros porque els granotes son menos eficaces atacando que defendiendo, de modo que no hubo manera de eliminarlo y el partido se disputó al tran tran, seguramente porque el esfuerzo en la cantidad de partidos que disputar también acaba pasando factura. El partido, como saben acabó en victoria de los locales que ya llevan no sé cuántos ganados o sin perder, de modo que el estreno del segundo round de la liga lo ha despachado tal como el primero y el primero se le dio particularmente bien.

El espectáculo tuvo prolegómenos y todo porque dio ocasión a la despedida del central Gabriel Paulista, el jugador que para el escaso tiempo que ha estado en el Vila-real, las ha ofrecido de todos los colores: la lesión de Musacchio le hizo debutar seguramente antes de que de otro modo hubiera tardado más, lo que le permitió ofrecerlas variadas, primero aquellos penaltis que el hombre concedía por su falta de experiencia, cuando en ocasiones al despeje con la cabeza adelantaba el rechace con los puños, que le costaron la pena máxima y segundo porque permitió que disfrutáramos antes de su enorme talento, hasta que en el partido del sábado por la noche, los aficionados tuvimos oportunidad para la despedida, después de que su corta trayectoria formando parte del Vila-real nos había ofrecido actuaciones soberbias y como remate dejando en las arcas del club, cuentan que hasta veinte millones de euros como precio de traspaso. Habrá negocios más sustanciosos y más rápidos pero uno los desconoce también porque para el mundo de las financias, muy puesto no está. Se despidió, pues, un gran futbolista que si no se malogra llegará muy, muy lejos, se llevó el afecto de los aficionados y esa pieza de simulación de un submarino reducida en cerámica y pintada de amarillo para que adorne el mejor rincón de su domicilio inglés, y que le vaya bien bonito.

Para la semana que viene las cosas tendrán seguramente dificultades muchísimo más marcadas, puesto que el campo a visitar es el del Barça y esas son siempre palabras mayores, de modo que Dios nos pille confesados a los de esta parte de abajo del Ebro, que otra vez, digo de los simpatizantes del Villarreal, hemos estado viviendo por encima de sus posibilidades siquiera sea para lo del fútbol, porque para lo demás ni antes ni ahora, sobre todo ahora, hemos vivido de la manera que nuestros amados gobernantes han intentado hacernos creer y siguen intentándolo. En lo del fútbol está siendo una temporada espléndida en la que el submarino amarillo solo ha sido vencido en tres oportunidades, a manos (pies) del Real Madrid, Barcelona y Valencia, los dos grandes trasatlánticos más el que tiene vocación de serlo ahora que ha sido adquirido por un capitalista de Singapur que se dejar caer por el campo de Mestalla de vez en cuando con bastante suerte por cierto, en cuanto a resultados y que sea para bien, tal y como ellos desean para nosotros los del norte, más pequeños, más modestos, pero no menos orgullosos de ser quiénes y cómo somos.

Con un gran jugador de menos (Gabriel) y otro enorme de más (Mussachio) se inicia la segunda vuelta, que, de ser tal que la primera nos permitiría aterrizar (despegar se hace desde el aeropuerto del abuelito desde el último viaje) en todas las ciudades a las que rendir visita dispuestos a no regresar de vació o con algún siete en la camiseta, que los juegos tienen esas cosas.

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