Los setenta y cinco años de amor entre María Pepa Franch Serisuelo y José María Torres Martínez les ha hecho merecedores de ser el matrimonio más longevo de España. Vecinos de Betxí celebraron su aniversario el pasado 3 de febrero y ahora han recibido tal distinción que otorga el movimiento eclesiástico Encuentro Matrimonial. José aguardó para conmemorar tan bonita fecha y tres días después dijo adiós. Como si de una premonición se tratase, siempre comentó que no llegaría a centenario „falleció a los 99 años„ pero no quiso dejar sola a su mujer en esa fecha tan especial y el día de Sant Blai renovaron los votos matrimoniales que se prometieron ese mismo día del año 1940.

Según relata su hija, Fina Torres, se gustaban desde pequeños, en la escuela ya se buscaban y les agradaba pasar tiempo juntos. Ella nació el 17 de diciembre de 1914, era cantora del coro parroquial y estaba vinculada a la iglesia. Él nació el 18 de abril de 1915 y era un joven con mucha devoción al Cristo de la Piedad y de misa diaria. Su punto de encuentro era la fuente del pueblo, donde coincidían y pasaban largas tardes hablando.

José estuvo cinco años fuera del pueblo como combatiente en la Guerra Civil y cumpliendo con su deber con el servicio militar.

Cinco años en los que María Pepa perdió a su hermano en la contienda y tuvo problemas de salud que derivaron en una sordera. José regresó y seguía yendo a la fuente, pero María Pepa no aparecía. La joven tenía miedo de que le rechazara por su sordera pero un día, animada por las vecinas, decidió acudir.

Y allí estaba él. Con la misma ilusión del primer día. Con todo el amor que podía entregar y dispuesto a contraer matrimonio. El día 3 de febrero de 1940, día de Sant Blai, se casaron en la iglesia parroquial de Nuestra Señora de los Ángeles de Betxí, un enlace sin celebración „María Pepa estaba de luto por el fallecimiento de su hermano„ y una vista a Zaragoza para dar gracias a la Virgen del Pilar como viaje de novios. Él tenía 24 años y ella 25.

Sus vidas transcurrieron como la de todos en la postguerra: trabajando para reconstruir sus posesiones y ayudando a todo el que fuera posible. Tuvieron tres hijos, Pepe, Fina y Joaquín. Ellos fueron testigos de la complicidad entre sus padres, de la bondad de sus gestos y su lucha por llevar comida a casa. María Pepa crió a su hijos con miradas y caricias. Por su sordera, nunca les oyó llorar pero siempre supo de sus necesidades a través de los gestos.

Los años fueron pasando, sus hijos creciendo y en 1967, María Pepa es operada, recupera la audición y oye llorar por primera vez a su nieto, un momento de gran emoción para ella que no pudo contener la alegría de poder escuchar en su nieto lo que jamás oyó de sus propios hijos. Y la vida pasó, entre bodas y el nacimiento de sus diez nietos y 21 biznietos que les han acompañado en esta aventura del amor. La familia ha tenido en ellos un fiel testimonio de fe y bondad y el ejemplo de que el amor existe. Tras el fallecimiento de José, María Pepa se entristeció. Sus ojos bajos casi no podían abrirse y parecía que quisiera volar junto a él. Ahora vuelve a sonreír esperando el día en que vuelva a reencontrarse con su amor.