A los pocos días de arrancar la era Calderé en el CD Castellón aterrizó por la capital de la Plana el lateral zurdo vigués Pablo Suárez, procedente de la Liga chipriota (Doxa Katocopias). Sorprendió. El club castellonense se quitó de encima a un joven y trabajador Alberto Ramos, para dar cabida a un lateral curtido en mil y una batallas. Fue uno de los cuatro refuerzos que pidió el entrenador tarraconense, para acabar de ponerle la guinda al pastel.

Por tal motivo, por ser un jugador que conocía Ramón María Calderé, que lo solicitó y que el club lo incorporó por la vía rápida, el futbolista destaca que «me exijo mucho porque el míster apostó fuerte conmigo, e intento agradecerle cada domingo la confianza que me dio». Y lo hace cuando juega y donde le ubican, porque a parte de lateral zurdo se le ha visto actuar como interior, dependiendo de las necesidades del entrenador.

Pablo Suárez define de «proyecto bonito» en el que optó por enrolarse cuando la temporada ya estaba iniciada. Se encuentra «muy a gusto» en el Castellón, donde está «con ganas de que esta temporada acabe bien, aunque toca ir paso a paso, sin querer tener prisas». El ascenso es el objetivo prioritario, pero se tiene que recorrer el camino con humildad y sin querer secar mucho pecho.

Como la mayoría de los jugadores de fuera que firman por el Castellón, independientemente de que el equipo esté en la Liga Adelante, en Segunda B o ahora en Tercera, el tema de la afición acapara siempre elogios. «Es impresionante. La gente aquí tiene una ilusión enorme. Se palpa que la afición viene al campo con ganas de animar y divertirse con su equipo, y luego esperan que se cumpla el objetivo que todos quieren», concluyó Pablo Suárez.

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