Castelló rememoró ayer sus raíces y, como cada tercer domingo de Cuaresma, regresó al cerro del Castell Vell. La peregrinación a la ermita de la Magdalena es la cita más tradicional de las fiestas fundacionales y hunde sus orígenes en el siglo XIV. En un día soleado, la «romeria de les canyes» registró una de las afluencias más multitudinarias de los últimos años. Según la Policía Local, más de 175.000 personas marcharon a lo alto del Castell Vell, unas cifras que superaron a las del año anterior.

Casi al alba, a las 06.30 horas, la campana Vicente, una «despertà» de cohetes a cargo de la Pirotecnia Peñarroja y la música de la colla de Dolçainers i Tabaleters de Castelló anunciaban el inicio de la solemnidad del día y miles de castellonenses se agolpaban en la plaza Mayor. La organización repartió a las siete y media más de 25.000 cañas adornadas con la cinta verde magdalenera. Grupos de familias o de amigos aguardaban el final de la misa de romeros en la Concatedral de Santa María, que fue oficiada por el prior de la Basílica de Lledó, Josep Miquel Francés, para encarar el camino. La espera fue amenizada por las primeras «figues albardaes», bebidas calientes y chupitos de «barretja», mientras los carros engalanados, que reproducen panderolas, magdalenas o enclaves típicos de Castelló, se congregaban en la calle Gobernador, bien surtidos del preceptivo avituallamiento.

Las reinas de las fiestas, Dunia Gormaz y Cristina Batalla, sus damas de honor, ataviadas con el traje de labradora, la Junta de Festes, el obispo de la diócesis de Castelló-Segorbe, Casimiro López, y las autoridades políticas encabezaban la comitiva. Entre otros dirigentes asistieron el presidente del Consell, Alberto Fabra; el alcalde de la ciudad, Alfonso Bataller; el delegado del Gobierno en la Comunitat Valenciana, Serafín Castellano; el presidente de las Corts Valencianes, Alejandro Font de Mora; los consellers Máximo Buch y Juan Carlos Moragues; el secretario general del PSPV, Ximo Puig, y los portavoces municipales del grupo socialista, Compromís y Esquerra Unida.

Los peregrinos encaraban pasadas las ocho de la mañana la dirección al Castell Vell, lugar de asentamiento de los antepasados de la ciudad, que abandonaron para trasladarse hacia la Plana en 1252 por el privilegio otorgado por el rey Jaume I. Fueron acompañados por un grupo de trabucaires. Se dirigieron por la antigua ruta, a través del Camí dels Molins que enlaza con el Caminàs y con Sant Roc de Canet, primer punto de parada para degustar el almuerzo. Poco antes se unía a la marcha la romería procedente del Grau, con las cintas verdes y azules ondeando en las cañas, entre otros, el concejal de Compromís, Enric Nomdedéu, vestido de labrador.

Los participantes repusieron fuerzas en Sant Roc de Canet, como marca la tradición, a base de la «figa albardà» y el «doset d'aiguardent».

Luego siguieron el trayecto hacia el ermitorio. Este año se encontraron con una triste novedad; un paisaje entristecido tras ser arrasado buena parte del pinar del entorno de la Magdalena por la plaga del «tomicus». El tañido de la campana del templo anunció el día de la «Festa Plena», y una «mascletà» aérea avisaba de la llegada de los romeros al paraje. Otros asistentes optaron por acudir al cerro con transporte público.

En los alrededores del ermitorio se desarrolló la comida, en la que los asistentes no pudieron utilizar algunos puntos afectados por la reciente replantación de la zona. Los tradicionales bocadillos rellenos de tortilla de habas, las fiambreras de embutidos con ajos tiernos o las ristras de longanizas fueron de nuevo los productos estrella. También se celebró una misa en el interior de la ermita. Y como en el año anterior, se registraron largas colas para poder acceder a los urinarios habilitados para la ocasión.

Dos heridos de un carromato

Dos personas resultaron heridas leves tras volcar un carromato durante la jornada, según informaron fuentes la Policía Local. El accidente se produjo en la avenida de la Verge de Lledó, junto a la rotonda del monumento a Tombatossals. Las dos afectados fueron atendidos por lesiones y nerviosismo.

Por su parte, el operativo policial vigiló con esmero que no se lanzaran petardos en el entorno de la Magdalena por el riesgo de incendio que conlleva.