Por si todavía le faltaban notas de color a estas fiestas de la Magdalena, el Tombacarrers inundó ayer las calles del centro de Castelló de una eclosión de formas, escenificaciones plásticas y números que sorprendieron a los viandantes castellonenses y a los turistas despistados que se hallaron casi sin saber cómo ni por qué en el centro del peculiar pasacalles magdalenero.

Era la guinda de un pastel que durante la jornada de ayer se antojaba ya de por sí suculento, con un amplio programa de animación y de eventos musicales que hicieron las delicias de los viandantes con ganas de vivir la calle y de disfrutar de las bondades de un buen tiempo que dejaba adivinar la inminente antesala de la primavera.

Por orden de aparición, y de la mano de Xarxa Teatre, desfilaron por las calles castellonenses las comparsas Tafolet de Xarxa Teatre, Fantasía de Flores de Volantins, Circo en la calle de Babarots, A-ta-ka de Cal y canto Teatro, Xaranga (junta de festes), Espantaocells (Volantins), La Selva (Scura Productions), Xaranga (Junta de Festes) y Magdaleno (Xarxa Teatre).

Uno de los clásicos más llamativos fue el toro hinchable multicolor Magdaleno, que hizo gala de sus 12 metros de altura. Acróbatas, zancudos, malabaristas y monociclos también hicieron las delicias de los más pequeños, que no disimulaban su sorpresa ante las propuestas de un equipo de curtidos artistas que supieron ganarse casi de inmediato el entusiasmo de la calle.

Pero aún había mucho más. El peculiar elefante Tafolet , las flores portadas por patinadores, cinco cometas iluminadas, los animales de la selva, los misteriosos y simpáticos espantapájaros...

Al son de la música y de los aplausos del público, los variopintos personajes del «Tombacarrers» avanzaron dejando una estela de alegría y sensación de día festivo a lo largo de las principales calles del corazón de la ciudad, que ya había calentado motores con las melodías del homenaje a la «dolçaina» y el «tabal».

El teatro volvía a invadir el espacio público siguiendo sin concesiones la filosofía de fiesta en la calle que caracteriza a la Magdalena y se ha convertido en su sello más internacional. Y la respuesta del público supo estar a la altura -ayudada por los vientos favorables del buen tiempo- y convirtió un día más a la capital de la Plana en un epicentro de la fusión de fiestas populares con las expresiones culturales y de «teatre de carrer» más innovadoras.