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Vuelve el novelista, hiberna el «negro»

Juanma Velasco se ha convertido en un referente de la literatura en Castelló. acf

Tras Juanma Velasco se advierte a un tipo comprometido con su forma de percibir un mundo que él se ha ocupado de personalizar a través de su escritura, una escritura que ha adoptado como herramienta primaria, y precaria, añade, de vida, pero que le reporta la excitación bíblica de aquello de ganarás el pan con el sudor, metafórico, de tu frente. Comprometido con su progresismo que procura independiente a siglas y tendencias. Comprometido con su resistencia a no dejarse absorber por la voracidad editorial y seguir publicándose sus propias novelas. Desde este periódico damos fe también de su capacidad de compromiso porque son más de siete los años en los que viene colaborando semanalmente con una columna de opinión que acaba siendo, cada miércoles, sin desprenderse de ese tono mordaz, a párrafo abierto, más literaria que periodística.

El escritor imponiéndose al periodista....

Apuntar que es innato, lo de escribir, no sonaría sólo arrogante sino estúpido, porque casi nada es puramente innato en casi nadie. Es innegable que existe lo que podríamos llamar inclinación, predisposición, no me atrevo a calificarla de genética, pero cuando se presenta, no basta. No basta porque cualquier aptitud de serie hay que macerarla, madurarla, mejorarla continuadamente hasta hacer que parezca un don si se mantiene la constancia suficiente. Ningún diamante podría colgar del cuello de Angelina Jolie apenas recién salido de la mina sin riesgo de aproximarse más a pedrusco que a la sublimación del carbono hecha belleza.

Nueva novela: «Temblores para una República». Suena conspiranoico el título.

No tan nueva. La concluí en 2013 pero he considerado que ahora era el momento idóneo para hacerla debutar como libro tangible (y lógicamente digital). «A ti Mateo, es a ti» ha tenido una larga trayectoria y todavía me ha brindado el último estertor amable de la inminente publicación en México de la mano de Puertabierta Editores, y si ya resulta complejo ocuparse de todo lo que conlleva una novela (promoción, presentaciones, difusión, distribución, publicidad, logística, contabilidad) en primera persona, imagina ocuparse de dos a la vez. Hemos cambiado de continente a «Mateo» y hemos alumbrado en España a «TPR», escrito así para abreviar.

No me has respondido a lo de que el título aparenta ser conspiranoico. Leyendo la contraportada, uno se ratifica en la catalogación.

Pues yo, si me lo permites, matizo tu apreciación. La novela está ambientada en Madrid (olímpico, en la novela sí) del año 2020. El modelo de estado ha devenido en una República, sin otros traumas que los propios de una decisión mayoritaria de los ciudadanos, y una galería de generales nostálgicos se confabulan para devolverle a España la Corona. A pesar de que esta breve sinopsis pueda reafirmarte en tu idea, la novela exhibe, por encima de este escenario geopolítico, el protagonismo de unos personajes que pese a su singularidad mantienen las constantes de la naturaleza humana cuando se desborda. Personajes que conversan, que se excitan que aman, que urden y también conspiran, pero conspirar sólo atañe a una pequeña cuota del espectro de las actividades y las emociones de esos personajes.

Imagino que, fiel a tus principios, has tratado de amalgamar el escritor con el novelista.

Imaginas bien. Se nota que leíste despacio a mi «Mateo». En los tiempos de la banalización de casi todo, incluida la literatura, me resisto a no escribir con mimo, con delicadeza, huyendo en lo posible del verbo ser, del había, de los nexos fáciles, de la frase hecha, de los predicados previsibles. Escribo como me gusta leer, variado, procuro que luminoso, soleado, sin rebuscar pero sin caer en la facilidad de lo ordinario, de lo que demasiados que dicen que ellos también escriben cuando tú les dices que eres escritor, ofrecen en sus obras compuestas en fin de semana y editan para los amigos. Conjugando la prosa con el ritmo, con los hechos, con la acción, para que todo fluya con equilibrio, para que el lector persiga la novela con avidez, sin que le dé tiempo a acumular el polvo del «mañana me pongo con ella».

Me llama la atención que pese a que afirmas que te la autoeditas, en la contraportada aparece el logo de un sello editorial, Fenixly Editores.

Ciertamente. Fenixly es un proyecto editorial que está hirviendo en la marmita del futuro a medio plazo y que una persona vinculada tanto a la cultura como a mí, tiene previsto desarrollar. La novela ha supuesto la primera piedra publicitaria de esta más que intención. Sin su apoyo, las dificultades para que la obra abandonara mi cajón hubiesen sido casi insalvables. Y no quiero olvidarme de mis dos correctoras implacables, Fina y Asun, ni de mi diseñadora de cabecera, María José. Sin su concurso, «TPR» hubiera sido sólo digna mientras que ahora es esférica.

De lo que se desprende de tus columnas eres un ser reivindicativo, inconformista, un mucho sarcástico. ¿Eso se puede extrapolar a tu literatura en general y a «Temblores» en particular?

Resulta prácticamente imposible desprenderse de uno mismo y ponerse el disfraz de la asepsia, o adoptar otros moldes ajenos como propios cuando se escribe. Y aunque reconozco que escribir para terceros me ha dotado de un camaleonismo que me permite falsearme para hacer prevalecer a mi parte contratante, siempre existe la tendencia de regresar a uno mismo. Las novelas, las mías, a pesar de que la docena que llevo escritas, siguen conteniendo unas briznas de mis deseos, de mi sentido de la evolución, del humano en el que me voy convirtiendo a medida que envejezco. Pero aunque algunos de los personajes estén revestidos de mordacidad, de dureza incluso, de desarraigo, sigue prevaleciendo la ternura final como motor íntimo de sus acciones. Ya sé que no suena muy ocurrente si escribo que soy un sentimental, pero lo soy, mis novelas me delatan.

Pero, en contraposición y paradójicamente, repartes cera, a casi todos, al menos en tus columnas...

No están reñidos sentimentalismo y reivindicación, máxime cuando uno se percibe como un reivindicativo de salón. Muchas veces me avergüenzo de no saber mojarme más arriba de las rodillas y como penitencia a esa cobardía activista, escribo cortante, sin sordina. Debería escribir menos y actuar más, pero me cuesta asir cualquier bandera, tomar cualquier calle.

¿Sigues ejerciendo de «negro», a través de ese nombre tan sonoro para una web como es «teescriboloquequieras»?

Sigo, sigo. Y que siga siguiendo. En los últimos tiempos mi actividad como gestor de textos a terceros me ha proporcionado no sólo sustento, sino el conocer nuevas personas, nuevos entornos, incluso he ampliado mi nómina de amigos personales gracias a la reciente elaboración de dos libros, en toda la extensión de la palabra, que denuncian el acoso sufrido por una persona muy relevante del círculo de empresarios de este país y de la que mi secreto de confesión me impide revelar detalle alguno. Un mundo oscuro el de los «negros».

¿Comercializas también, como "Mateo, la nueva novela desde tu web?

Es mi propia librería. Me aparto de los cauces ordinarios de la distribución a librerías porque no quiero convertir a «Temblores» en un lomo de un desconocido olvidado en el tercer altillo de cualquier librería de Ourense o de Madrid, aunque por supuesto sí estará disponible en las librerías más relevantes de Castelló y alguna de Valencia. De ahí que las ventas sean proporcionales a mi capacidad para ser proactivo y qué mejor vehículo que mi espacio web para ofrecer, al tiempo, mi escritura para otros y la literatura que sale de mí.

¿Por qué debería leer Temblores para una República?

Porque está escrita para homínidos inteligentes, sensibles, con perspectiva, con independencia de que sus preferencias de modelo de Estado sean monárquicas o republicanas. Porque huele a literatura, porque jamás la entendería, ni siquiera la primera página, Belén Esteban; porque tampoco la podría escribir Risto Mejide, porque ni siquiera la iniciaría Rajoy, porque si «Mateo» le llegó al mismo Papa, quizá ésta le pueda llegar a Felipe VI. ¿Te parecen pocos motivos?

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