Es el Castellón un club que dosifica las alegrías. En junio se cumplirán diez años del último ascenso de categoría. Fue en 2005, fue en Castalia contra el Zamora, fue a Segunda División y fue, salvando las distancias, en un contexto en parte similar al actual. Aquel ascenso se bañó en el matiz de la resurrección, porque más que un éxito se convirtió como ahora en una necesidad. Venía a compensar a toda una generación de albinegros que solo habían conocido penurias pero, una década después, esas penurias de Segunda B se han convertido, en cruel paradoja, en recuerdo amable e incluso deseo actual del albinegrismo.

Fue un ascenso largamente esperado. Once años en Segunda B alimentaron el ansia en el entorno del club. Pocos sufrieron ese camino de frustración repetida como Javi Sanchis, capitán a las duras y a las maduras. El ascenso culminó una carrera que descoyuntó la abrupta llegada de Castellnou al mando, que aterrizó en la entidad albinegra justo en esa época.

La de 2005 fue la tercera promoción consecutiva de los albinegros. En 2003, en el año de los récords de José Luis Oltra, el Castellón cayó en la liguilla ante el Ciudad de Murcia de Quique Pina. Ahí, en el discurso de Javi Sanchis, asoma uno de los obstáculos que pueden aguardar al Castellón de 2015. «Ser favoritos nos perjudicó», recuerda, «parecía que ya habíamos subido de antemano y ese ambiente nos hizo daño, nos pesó bastante, sobre todo en el partido de Castalia. No hay que vender euforia. Lo que hay que vender es que subir es siempre muy difícil. Siempre. Cualquier rival va a ser duro porque quedar primero en una Liga siempre tiene mérito».

Lecciones

Fue una de las lecciones que aprendió aquel grupo que Sanchis capitaneaba en 2003. Al año siguiente, en 2004, el fútbol no le dio de sí en una potente liguilla frente a los filiales de Atlético de Madrid y Sevilla, en la que terminó subiendo el Racing de Ferrol. En 2005, con Álvaro Cervera en el banquillo y vestidos con piel de cordero, llegó al fin el éxito y el Castellón se quitó «el peso de encima». La experiencia acumulada fue para Javi Sanchis, al que le faltaban escasos días para cumplir 33 años, una de las «claves». «Es importantísimo, como todo en la vida, pero en esta situación aún más. Son partidos que son finales y ese poso de experiencia o veteranía te hace jugar más suelto cuando a otro equipo le puede costar entrar».

El relato conduce al ámbito de la presión. «Hay que aprovecharla en positivo. En el Castellón siempre la hay, y aunque a veces se puede volver contra ti, en este tipo de momentos puede resultar una diferencia beneficiosa respecto al equipo contrario, que puede no estar acostumbrado, ni a sentir la presión por subir ni a jugar ante muchos aficionados en un campo como Castalia».

En todo caso, palabra de Javi Sanchis, en esos días de tensión previa, «el jugador tiene que aislarse. Pensar lo mínimo posible. Fijarse en cada entrenamiento, en cada ejercicio, en cada descanso. No pensar demasiado», insiste el excapitán, que concluye, en referencia a Ramón María Calderé: «hay un entrenador con experiencia que seguro sabrá llevarlo».