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Trashumancia: Caminar sobre el pasado dibujando el futuro

Fernando Robres mantiene la trashumancia entre Vistabella y la localidad turolense de Linares

Trashumancia: Caminar sobre el pasado dibujando el futuro

Cultura, ecología, respeto por los animales y el territorio. Son los valores de la trashumancia, una práctica ganadera tradicional que muchos consideran ya obsoleta. En el tiempo de las prisas, los atascos, los semáforos en rojo y el estrés, dejar que la vida fluya de acuerdo a su reloj biológico, a su propio ritmo, parece una auténtica locura. Y bendita falta de cordura la de Fernando Robres, un ganadero y carnicero de los que quedan pocos. Cada año, antes de la llegada del verano, viaja con sus animales de Vistabella del Maestrat a Linares, Aragón, para volver a finales de otoño.

Busca los pastos abundantes para que sus vacas puedan pacer y alimentarse de la manera en que lo hacían antaño. Se trata de animales de crianza ecológica, sostenible, cuidados con mimo y respetando los ciclos de la naturaleza.

Alrededor de cincuenta cabezas de ganado, algunos animales de más de doce años y otros que ni tan siquiera alcanzan los doce meses, emprenden el camino al amanecer. Van en fila, según explica Fernando «ordenados en su más estricta y propia jerarquía».

Caminan, se paran a comer, a beber, a recostarse a la sombra? mientras Fernando, Abel -su hijo- y Dan, uno de los pastores, vigilan que los animales no invadan los numerosos sembrados que embellecen los márgenes de la Cañada Real.

Les acompañan una decena de personas que acuden a compartir con ellos este hermoso viaje. Un recorrido a través de pequeños senderos plagados de historia que nos transportan a otras épocas ya pasadas y a las que quizá, aunque fuese sólo por unos minutos, todos deberíamos volver.

Así, la antigua tradición de la trashumancia se alía con el valor al alza de la alimentación ecológica para insuflarle una nueva vida.

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