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Festa grossa, festa gran

El primer documento conservado en Castelló es de 1409, aunque en él se alude a procesiones de años anteriores

Festa grossa, festa gran

Castelló celebra hoy la procesión del Corpus Christi después de una solemne misa de pontifical celebrada por el obispo y los canónigos en la Concatedral y que dará comienzo a las siete de la tarde. Esta es la única procesión de la iglesia en que el cuerpo de Cristo manifestado en la sagrada forma sale a la adoración pública a la calle. Precisamente, su principal finalidad es proclamar y aumentar la fe de la Iglesia Católica en Jesucristo presente en el Santísimo Sacramento.

La celebración se llevaba a cabo, originariamente, el siguiente jueves al octavo domingo después del Domingo de Resurrección -es decir, 60 días después del Domingo de Resurrección- pero formalmente es el jueves que sigue al noveno domingo siguiente a la primera luna llena de primavera del hemisferio norte. Durante siglos ha sido la fiesta mas importante de la cristiandad, la «festa grossa», lo que explica la letrilla popular que aún hoy conocen muchos: «Tres jueves hay en el año que relucen más que el sol, Jueves Santo, Corpus Christi y el día de la Ascensión».

La procesión conmemora el milagro por el cual en el año 1263, mientras un sacerdote celebraba la misa en la iglesia de Bolsena (Italia), al romper la hostia consagrada brotó sangre. Este hecho fue pintado por Rafael en una de sus más celebradas obras ubicada en las cámaras papales del Vaticano.

Juan XXIII

La fiesta, fue instituida el 8 de septiembre de 1264 por el Papa Urbano IV, para todo el orbe católico. La muerte de Urbano IV poco después de la institución de la fiesta, -bula (Transiturus hoc mundo)- frenó su desarrollo. Su sucesor Clemente V confirmó la celebración de la fiesta en 1311, pero sería Juan XXII el que, en 1316, confirmó su observancia y dispuso que la celebración se hiciese en la calle en forma de Procesión General.

Desde el medievo hay documentos que certifican la celebración de la procesión del Corpus en estas tierras. Si en Valencia está fundamentado el desfile en 1355, auspiciada por el obispo Hugo de Fenollet, en Castelló el primer documento conservado al respecto es de 1409, por más que en él se alude a procesiones celebradas en años anteriores, como referencia Sánchez Adell.

En ellas había una numerosa presencia de los grupos gremiales, cofradías y colectivos de barriada que participaban con carrozas alegóricas (carros triunfals) y con los santos de su patronazgo y devoción. Precisamente, para organizar el orden y la comparecencia de todos estos grupos, que no dejaron de generar conflictos por cuestiones de ubicación y preeminencia, se crearon las figuras de los «arregladors de processons,» figuras de una prosopopeya enfática (para muchos un tanto jocosa) que han venido actuando hasta nuestros días.

Era una procesión tan suntuosa y participativa que acarreaba al consistorio numerosos desembolsos, al extremo de que en 1699 se dicta una providencia para reducirlos. Y es que no solamente había que contar los gastos de la enramada, hachones, cirios, porteadores de la custodia, pagos al clero (que todo ello corría a cuenta de las arcas públicas), sino los de la enfarolada del campanario la noche anterior a la fiesta y los estipendios a los colectivos que llevaban los gigantes, o a «els dolçainers» que acompañaban a los diversos grupos danzantes. Y por si ello fuera poco, había que sumar el importe del refresco que se daba a los participantes y que obligaba a tener muy surtida de hielo la nevatería que había tras la iglesia mayor. Este convite del helado llegó a hacerse costumbre en la ciudad, al extremo que era tradicional el tomar el primero de la temporada al concluir la procesión del Corpus.

En pleno periodo del romanticismo, según cuenta Gimeno Michavila, el ayuntamiento acordó potenciar la solemnidad del sacro desfile y en 1853 instó a que previo al mismo marchasen los gigantes, cabezudos, caballitos, niños de la beneficencia (saboyanos) y también los cuadros bíblicos de la Mare de Déu de la Burreta y la «degolla», comparsa esta última importada de las ciudades de Valencia y de Morella, donde tenía destacado predicamento en esta fiesta eucarística. Asimismo, el ayuntamiento acordó invitar a integrarse en la procesión a las corporaciones, cofradías, gremios y a los clavarios y mayorales de las calles porteando en peañas los santos de su devoción.

Vínculo vecinal

Esta referencia señala como ya estaban bien asentadas en la ciudad las participativas fiestas de calle, que suponían un importante vínculo vecinal bajo el patrocinio de los patronos de devoción popular. Asimismo, se entiende tanto en el periodo barroco como en el romanticismo el gusto por el teatro de calle en las parodias bíblicas o en las danzas populares que suponían un especial atractivo que solemnizaba la procesión.

También fue en la segunda mitad del siglo XIX cuando se trazó el recorrido procesional que, prácticamente sin variación, se ha mantenido hasta nuestros días, abandonando las calles de Santa Clara y Vera en favor de las de Colón y Enmedio, que eran más anchas y permitían mejor la circulación de los carros gremiales y el palio, bajo el cual desfilaba la custodia portada por el preste.

Perdida la tradición de la asistencia al sacro desfile de los grupos gremiales y fiestas de calle con las imágenes de sus santos de devoción (por más que en fechas no demasiado lejanas intentó recuperarse su presencia), tan solo quedan en el inicio del cortejo las muy simpáticas danzas que tenían también una determinación municipal, por cuanto que el día de la víspera del Corpus actuaban ante las casas del alcalde y los munícipes, en un propósito que se entendía como de lisonja y agasajo. De ahí la conocida frase de «ballar els nanos» como símbolo de aduladora coba.

Folclore popular

Las músicas de las danzas de los cabezudos, gigantes, «cavallets» y «arets» han constituido una referencia del folclore popular. Tomadas originariamente muchas de ellas de motivos operísticos o sinfónicos, por influencia de los conciertos populares de las bandas de música militares, hoy constituyen una fundamental referencia del patrimonio musical paisano más entrañable. Aunque en un principio la custodia iba portada por el preste, es a partir del concilio cuando empieza a generalizarse el ser llevada en carrozas mas o menos suntuosas y adornadas profusamente con motivos florales.

En Castellón en el año 2007 la comisión del Corpus decide que la categoría y el prestigio que esta tomando la celebración de la fiesta merece una carroza de mas entidad, por lo que después de contactar con varios orfebres de reconocido prestigio, le encargan la ejecución del proyecto a la Orfebreria Orovio de la Torre de Torralba de Calatrava en Ciudad Real.

El proyecto finaliza en 2008, año que sale en procesión por primera vez en la fiesta del Corpus de la capital de la Plana.

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